𝕱𝖊𝖊𝖑𝖎𝖓𝖌𝖘 || Merodeadores [pausada]

- XLII - Tension

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—Sabes... yo no... James estaba borracho, sintiéndose rechazado y no sabía lo que hacía... la mañana siguiente se disculpó...— murmure con una mueca en mi rostro.

Remus me escuchaba comprensivo.
El castaño era inteligente, y prefería escuchar mis versiones de la historia antes de sacar conclusiones aceleradas o juzgar.

—Tranquila Hound... lo entiendo— contesto abrazandome con calidez.
Asentí repetidamente mientras le devolvía el abrazo.

—Pero Sirius no... no me deja explicarle...— murmure evitando que se me humedecieran los ojos.

Los días siguientes fui incapaz de hablar con el ojigris.
Sirius y James estaban bien, pero siempre que el segundo sacaba el tema, explicándole lo que realmente había pasado, el ojigris se alejaba.

—Esta dolido... supongo que necesita tiempo para pensar...— murmuró Remus en un suspiro.
Hize una mueca triste mientras nos separamos del abrazo.

—¿Hablaras con él?— pregunté.
Remus me sonrió apenado juntando nuestras manos a modo de apoyo.

—No creo que me escuche, tampoco creo que quiera hablar del tema con alguien que no seas tu— explico mientras bajaba la cabeza triste.
—Solo dale tiempo— añadió.

Asentí lentamente.
Remus era bueno identificando lo que sentían los demás, era un chico observador.
Confiaba en lo que me decía.

Faltaba poco para la vuelta a Hogwarts, estaba emocionada por el nuevo año.
Aunque me hubiese gustado compartir esos sentimientos con todos mis mejor amigos.

.

—No pasa nada Ren, se le pasará pronto— me dijo Denise a modo consolador.
Me senté con la chica en el Hogwarts express.
No quise ir con los Merodeadores ya que sería incómodo, con lo tenso que estaba Sirius cuando yo me acercaba.

—Eso espero...— murmure.
Heche una ojeada por la ventana del compartimento, Hogwarts ya se podía divisar a lo lejos.

—Den deberíamos cambiarnos— dije animando mi tono. La rubia me dio la razón, cerrando las cortinas y poniendo pestillo a la puerta.

Ninguna tenía problemas en desvestirse delante la otra, por lo que nos pusimos el uniforme de nuestras respectivas casas allí mismo.

—¿Como va todo con Remus, rubia?— pregunte traviesa. La chica se sonrojo, aunque lo disimuló dándose la vuelta.

—No se de que me hablas— dijo con voz seria. Rei por lo bajo por su hablar.