𝕱𝖊𝖊𝖑𝖎𝖓𝖌𝖘 || Merodeadores [pausada]

- XXXVII - Lesiones 2/3

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—Cielo, ¿te sientes mejor?— pregunto Poppy acercandose a mi. Asentí levemente mientras que Remus y James se separaban.

—Eso creo, el calmante hizo efecto— conteste con una sonrisa amable. La mujer asintió y fue a recojer un pañuelo y una poción, para después dejarla en la mesita de Remus.

—Señor Pettigrew, ¿podría ir curando las heridas de Lupin?— pregunto Madame Pomfey. Aunque sonó más como una orden.
Peter asintió sin dudar.

Remus se sentó en una silla a mi lado, ya que se negaba a alejarse. Se sacó la prenda superior para dejar que Colagusano le cerrase las heridas de la espalda.
Le sonreí comprensiva.

—¿Señorita Griffyn, donde se golpeo?—
Pregunto la infermeria mirándome atenta. Hize una mueca y señale mi tronco con mi mano libre.

—En la espalda, aunque me duelen más los costados— expliqué mirando a Remus precavidamente. Este pasaba su mirada de mi a Poppy, manteniendo su expresión de culpabilidad.

—Muy bien... ¿le importaría sacarse la camisa para que la examinara?— pregunto la infermera. Nege con la cabeza.
James y Sirius inmediatamente se incorporaron para ayudar a sentarme con cuidado, por miedo de hacerme daño.

Les agradecí a ambos con la mirada y doble mis brazos para sacarme la prenda superior.
La mano de Poppy me paró, posando una mano suavemente en mi pecho.

Minnie y Dumbeldore abandonaron la infermeria para mayor intimidad, supongo que Poppy ya los informaría más tarde.

Le mire confusa. Esta señaló con la mirada a mis amigos, recordándome que estaban allí.
Negué con la cabeza, eso no me importaba.

Poppy apartó la mano y me saque la camisa, quedándome solo en sujetador. Por suerte en la infermeria no hacía frío.
La infermera comenzó a observar mi vientre, yo también lo observe, pero este parecía normal.

Poppy me pidió que me girase para verme la espalda, lo hice tumbandome boca abajo.
Escuche unos gritos ahogados. Hize una mueca.

—¿Tan mala pinta tiene...?— pregunte en un susurro. Sirius pasó una mano por mi cabello, poniendomelo a un lado para ver la espalda mejor.

Aunque la mano en ningún momento se apartó, y siguió acariciando mi melena castaña.
Volvi a notar los hipogrifos.

—Tienes moratones.... y...— comenzó James con tono cauteloso. Se cortó esperando las palabras de Madame Pomfey, quien deslizó sus manos por mí espalda con suavidad.

—No te muevas cielo. Tienes... tienes dos costillas rotas— musito la infermera, antes de irse a su despacho. Seguramente que buscar alguna pocion.

Volvi a escuchar los susurros de perdón de Remus.
—Lunatico tranquilo... no ha sido tu culpa, no hay nada que Poppy no pueda curar— dijo James para animar al castaño. Este no contesto.