𝕱𝖊𝖊𝖑𝖎𝖓𝖌𝖘 || Merodeadores [pausada]

- XVII - Navidad 1/2

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—¡mamá!— se quejó James.
La mujer lo estaba agarrando de los cachetes y lo examinaba de forma incómoda para el chico.

Acabamos de bajar del tren escarlata, mis padres me dieron permiso para pasar la navidad con los Potter, ya que ellos irían a ver unos familiares que viven bastante lejos.

Euphemia Potter se separó de su hijo para vernos mejor.
—¡Chicos! ¡Que alegría veros de nuevo!— nos dijo extendiendo los brazos.

Yo (que ya le tenía confianza) corri a sus brazos. Euphemia era como una segunda madre para mi.

—Ya te echaba de menos ma'am— dije entre sus cariños brazos.

—Hound te recuerdo que es mi madre no la tuya— dijo James con una sonrisa fingiendo estar molesto.

—Como si lo fuera James. ¡Estas muy grande!— me dijo la mujer mientras nos separabamos del abrazo.
Le sonreí y me heche a un lado para que los demás chicos también pudiesen hablar con Euphemia.

—¡Sirius, Remus, Peter! Queridos míos, que alegría poder pasar la navidad con ustedes— dijo la mujer con una sonrisa que fue devolvida por los nombrados.

—Bueno... mis padres quieren pasar la navidad conmigo, así que solo pasaré con ustedes una semana...— dijo Peter tímido encogiéndose de hombros.

—Si, ya me lo han dicho Peter, no te preocupes— le contesto. Peter sonrió agradecido.

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Llegamos a casa de los Potter, saludamos a Fleamont y entramos.

No era la primera vez que estaba allí, así que una vez dentro la mansión, corrí hacia el dormitorio que yo siempre usaba.
La mansión tenía demasiadas habitaciones, y no les importaba que yo ocupase una.

Abri la puerta de la habitación para encontrarme todo como lo dejé.
Los Potter ya habían asignado ese cuarto como el mío.

La cama de sábanas blancas estaba hecha. Algunas de mis bolsas con artilugios de bromas seguían ahí colgadas.
Las ventanas estaban abiertas dejando entrar la luz del sol.

Las paredes blancas tenían algunas fotografías de mi y las personas que me importaban en mi vida.
Si os lo preguntáis, una de ellas era la foto que James tomó cuando caí encima de Sirius en la sala común cuando lo perseguía por despertarme.

Sonreí inconscientemente ante tantos momentos milagrosamente capturados.
Tales obras de arte seguramente pasarían a la historia.

—¡Eh! ¡No nos has esperado!— me reclamo una voz detrás mía.
Los chicos habían entrado en mi habitación y la recorrían con la mirada.

—Queria comprobar de que mi habitación estaba sana y salva y de que James no hubiera echo algún estropicio— explique entre risas. Los chicos se unieron a mis carcajadas mientras que James resopló.