𝕱𝖊𝖊𝖑𝖎𝖓𝖌𝖘 || Merodeadores [pausada]

- XXXVI - Lesiones 1/3

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—¿Que teneis que decir en vuestra defensa?—

Era casi noche de luna llena, y nos dirigíamos al sauce boxeador antes de que Remus se transformase.
Este ya estaba allí, Madame Pomfey lo había llevado, como siempre.

Terminamos el mapa del Merodeador la noche anterior, pero no nos dimos cuenta de cuando McGonagall se acercaba a nosotros.
Hicimos el error de no traer la capa de invisibilidad, ya que pensábamos que con el mapa nos bastaría.

Nuestra emoción por ver que el mapa realmente funcionaba nos delató, ya que nos distraimos observando cada rincón de Hogwarts sin fijarnos en nosotros mismos.

Apenas nos dio tiempo a pronunciar las palabras travesura realizada.

Nos quedamos estáticos mirando a la profesora, apenas nos diferenciamos por la falta de iluminación del lugar.

—¡Minnie! Estabamos preocupados!— exclamo James. Este compartió una rápido mirada con Sirius casi hablando telepaticamente.

—¿Minerva McGonagall, que crees que haces levantada a estas horas?— dijo Sirius poniendo sus manos en la cintura con expresion de decepción.

La profesora se quedó sin palabras mirándonos con pura confusión  reflejada en su rostro. Choque mi mano con mi frente bajando la cabeza con vergüenza.

—Lo sentimos profesora, queríamos ayudar a Remus....— dije poniendo mi voz de niña buena. Con una sonrisa de disculpa por el comportamiento de mis amigos.
De repente comprendí cómo debía sentirse Remus al escuchar nuestras estupideces.

McGonagall suspiro, ella sabía de su condición, y en cierto modo le gustaba que el chico tuviera amigos que se preocupasen y lo apoyasen.

—No se deben preocupar por el señor Lupin, todo está bien...— comenzó antes de que interrumpiese.
Minnie no sabía de qué nosotros sabíamos de su condición.

Dumbeldore se dio cuenta que le ayudábamos, pero el bendecido siempre hacía la vista gorda.

—Sabemos de su condición profesora— interrumpi con voz seria. McGonagall era sobre todo una persona justa que sabía guardar secretos.
Se lo dije porque no creía que eso le molestase.

Minnie se quedó en silencio mirándonos con severidad.

—Nuestras intenciones no son malas Minnie— dijo Sirius poniendome una mano en el hombro. Siguiendo la misma estrategia que yo, aunque esta fuese la sinceridad.
—Solo queremos ayudarle—

—Pueden salir malheridos, en las lunas llenas, el señor Lupin pierde la conciencia— dijo cruzando los brazos. Su expresión no era de enfado sino de preocupación.
Sonreí dulcemente.