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El camino desde el campo de Quidditch hacia Hogwarts nunca se me había hecho tan largo. De repente mis caninas patas ya no eran tan veloces como de costumbre. Sirius corría delante mío con clara frustración y preocupación, así me sentía yo.
Pasamos la cabaña de Hagrid y nos escondimos en las sombras para destransformarnos y después salir y correr hacia el gran comedor. Los pasillos estaban desiertos, algunas piedras sueltas que habían sido arrancadas de algún lugar del castillo se encontraban esparcidas por todo el lugar.
Mi preocupación en esos momentos no podía crecer más, imite a Sirius y manteni la varita en mano, quien iba girando su cabeza para comprobar que yo seguía allí constantemente.
Doblamos esquina casi derrapando, al llegar delante del gran comedor, para entonces todo había haber terminado. Habian zonas quemadas, los alumnos estaban esparcidos. Inquietos y asustados. Los profesores los mantenían en el interior del gran salón, seguramente por orden de Dumbeldore, que se paseaba por el lugar con expresión tranquila. Aunque sus labios se encontraban apretados mientras sacudía su varita extingiendo el humo y arreglando las superficies dañadas.
McGonagall, quien estaba de espaldas a ellos, se giró repentinamente al notar su presencia. Su túnica estaba sucia de cenizas, al igual que se rostro y gorro. —Ya era hora Black, Griffyn— dijo con voz severa.
Su excusa era decir que se habían quedado en los dormitorios por que habían pillado un catarro, o algo parecido, así no se meterían en problemas.
—¿Que ha pasado?— pregunto el ojigris a mi lado con voz tensa y respiración jadeante. La profesora lo miró con una ceja alzada. La mujer estuvo a punto de responder antes de que James, Remus y Peter aparecieran en su vista. Al igual que la profesora estaban sucios, incluso alguno tenía alguna herida y quemadura. Por suerte nada grave.
Corrí para abrazarlos como una madre histérica. Revisando exhaustivamente sus daños, maldiciendo al cielo por no haber estado allí para ayudar en la posibilidad. —Eh, eh, estamos bien— dijo Remus con una sonrisa mientras le sacaba la mugre del rostro de Peter.
—No no lo estan— susurre. La profesora sonrió de lado para después volver a su expresión de severidad.
—Se han introducido Ashwinders en el castillo— ante mi mueca de incomprensión ella se explico. —son serpientes delgadas que ponen huevos en los lugares oscuros para después desintegrarse en cenizas, ya que viven solo una hora. Los huevos irradian un gran calor, y con ligeros cambios en el lugar explotan y prenden fuego—
—Por eso debemos quedarnos aquí, deben encontrar los demas— explico Peter cuando me separé de él.
—Dejan un rastro de cenizas así que no será muy complicado. Sin embargo, los alumnos hoy dormirán aquí por seguridad— termino McGonagall antes de cerrar las puertas y desaparecer entre la multitud. Apreté mis labios mientras notaba como Sirius se acercaba detrás mío.
—¿De verdad están bien?— pregunto el ojigris. Asintieron con una sonrisa para calmarnos a ambos. —¿Como pasó?—
—Estabamos cenando cuando de repente se extendió un fuego que fue fácil de calmar, pero las explosiones dejaron su herencia— bromeo James. Aunque él mismo fuese un gran amante de el desmadre y las explosiones parecía entender la gravedad. —No hubo heridos, algunos tan solo tienen algunas quemaduras—
—Nada que Madame Pomfey no pueda curar— termino con una sonrisa Remus.
—¿Como piensan que dormiremos cientos de alumnos aquí?— susurre mirando a mi alrededor con los ojos entrecerrados.
—Es Hogwarts— se encogió de hombros Sirius, cerrando el círculo que habíamos formado involuntariamente.
—Sacamos algo bueno, podré dormir cerca de mi Lily-flor— susurró el miope con voz soñadora, haciendo que dejásemos ir algunas risas, aligerando el ambiente y me preocupación por su estado y salud.
Le golpeé suavemente el hombro con una clara sonrisa en mi rostro. —Eres un acosador— James me saco la lengua de forma infantil en respuesta.
—Por cierto— la expresión del miope cambio hasta adoptar una pícara y divertida. —¿Que tal os ha ido?— levanto y bajo sus cejas varias veces con velocidad.
Sirius hizo una mueca mientras se cruzaba de brazos. —Para que preguntar si ya te sabes todos los detalles espia entrometido— James hizo un movimiento con su mano restandole importancia mientras se encaraba conmigo.
—Tu y yo vamos a tener una charla de mujeres— aseguró con entusiasmo, reposando sus manos en mis hombros. Rei de nuevo mientras me separaba del grupo para dejar que hablasen de sus cosas de chicos, para así yo tener tiempo de ver si Denise estaba bien.
La busque entre la multitud, rodeando la mesa de Ravenclaw hasta encontrarla sentada con una venda en su muslo. Me acerqué rápidamente mientras ella me sonreía.
—Eh eh, tranquila Romea. Estoy bien— me calmo mientras me arrodillaba frente a ella para examinar su herida. —Tan solo me caí al tropezarme—
—¿Una explosión no te hace nada pero tu inercia te traiciona?— pregunte con sarcasmo mientras ella me mostraba que era solo un rasguño. No parecía grave.
—Exacto, el verdadero enemigo eres tú msimo— río, haciéndome acompañarla. No tardo en asaltarme con preguntas sobre mi salida, sin dejarme preguntar sobre si alguien que conocía se había hecho daño o algo parecido.
Desde luego esa explosión me parecía más importante que una cita pero ella no parecía opinar igual. Necesita ordenar sus prioridades.
Pronto nos interrumpieron. Dumbeldore ordenó que los alumnos hiciesen espacio para que el pudiese hacer aparecer lo que más adelante descubrimos que eran sacos. Cientos de sacos repartidos en perfecto orden por todo el gran comedor. Las mesas parecían haberse ido a través de una pared como un fantasma.
Me despedí de Denise, ambas acordando que hablaríamos de ese tema cuando todo estuviese solucionado y tuviésemos más tiempo. Aunque ella no podría esperar.
Los profesores informaron que por la mañana, con suerte, podríamos regresar a nuestro horario estándar. Además de que, como es obvio, investigaran los hechos y los que estaban detrás. La idea de que hubiese sido un alumno o varios parecia haberse descartado por puro sentido común. Además que solo un adulto con contactos podría haber aconseguido tantas de esas criaturas. Tenia entendido que no eran de aquí.
Me reuní de nuevo con los Merodeadores. Quien no tardaron en escoger sacos en la zona de Gryffindor. Por alguna casualidad, parecían haberse instalado cerca de cierta pelirroja y sus amigas, y algo me decía que cierto miope de cabello azabache y revuelto, tenía algo que ver.
Los chicos preguntaron sobre el estado de Denise, fue tierno el hecho de que Remus hubiese sido el primero en hacerlo. Me sorprendía que no hubiese preguntado él por si mismo, tal vez era vergonzoso.