65. La libertad del lobo

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Nota de autor: Espero que todos me paguen el psicólogo Muggle después de generarme la doble personalidad por las veces en las que he negado está obra de arte. Todo crédito a Moonsign y a J.K Rowling. 

"Hay noches en las que los lobos se silencian y tan solo la luna aúlla"

George Carlin

SIRIUS:

Era extraño como todo el evento de Rowan y sus padres habían afectado a Los Merodeadores. Sirius sabía, por las repetidas pesadillas que escuchaba esas noches, el que Remus pensaba en su madre. Veía los paralelos entre las traumáticas experiencias de Rowan y Remus y no podía evitar sentir compasión.

Le tomó demasiado tiempo el reconstruir toda la historia sobre la noche en que mordieron a Remus, y cuando este finalmente decidió contársela, Sirius se sintió asqueado de haberlo obligado a revivirla. Podía verlo ahora, la forma en que Remus se había quedado mirando el cadáver destrozado de su madre: Tendones y huesos expuestos, desgarrados y con la sangre encharcando mientras agonizaba. Le era imposible a Sirius pensar en ver morir a alguno de Los Merodeadores para saber lo que sintió Remus. El que nunca volverías a hablar con esa persona de nuevo. Jamás verlos sonreírte, llorar, gritar o mirarte.

Pero Remus, y ahora la pequeña Rowan, habían tenido que abrazar a sus moribundas madres mientras sus cortas vidas se caían a pedazos. E incluso cuando uno de ellos estaba intentando recuperarse, jamás volvería a ser como antes y se quedaría como alguien arreglado, pero que seguía irremediablemente roto.

Peter, por otra parte, reaccionó de una forma totalmente distinta. Sirius sabía que el chico gordito no era el Gryffindor más valiente de la manada. Tenía su propia forma de coraje y lealtad que lo habían dejado en la casa, pero era diferente a los demás. Había desarrollado un tic nervioso en los hombros y le asustaban los ruidos demasiado fuertes.

Sirius sabía que la imagen del cadáver se había instaurado fuertemente en la cabeza de Peter. Una mañana en que bajaron a desayunar y la señora Pettigrew cocinó tocino, huyó al baño y vomitó larga y dolorosamente.

— Está cocinando un cadáver —Murmuró a los demás, quienes lo rodeaban ansiosamente— Cocina la piel del cadáver y quiere que lo comamos —Siguió vomitando hasta que colapsó contra una pared.

De todas las cosas que Sirius esperaba tras el incidente con Rowan, el que Peter se hiciera vegetariano no era una de ellas.

Para Sirius y James, el conocimiento de una sociedad secreta que luchaba en la guerra había encendido una llama de heroísmo y determinación en sus vientres.

Cuando Remus lloraba entre sueños, retorciéndose en su saco de dormir y acercándose a Sirius para recibir consuelo, se daba cuenta de que haría todo en su poder para evitar que otros sufrieran por lo mismo que Remus y Rowan habían pasado.

Abrazó a Remus contra su pecho y miró sobre los mechones de arenoso cabello a donde James, inclinado sobre un codo, los observaba. Sus ojos se encontraron e incluso con la poca luz que atravesaba la ventana, Sirius podía ver la misma chispa.

"Podríamos ser héroes" Pensó, la misma alocada determinación en su mejor amigo "Sí, seremos héroes que protejan a gente como Remus, Peter y Rowan. Lucharemos en esta guerra y ganaremos, demostrando los Gryffindors que llevamos dentro. Y todos los libros de historia nos recordaran por nuestra valentía."*

James era su hermano en todo menos sangre, así que Sirius pudo denotar el entendimiento en sus ojos. Era sorprendente ver lo noble que era James, incluso cuando su desordenado cabello asemejaba a un crisantemo y tenía las gafas a mitad de la cara, en la punta de la nariz. Vio a Sirius y le dedicó un asentimiento solemne.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora