52. El olor del miedo es bronce

3.5K 405 608
                                    

Nota de autor: Todavía mi alter ego no es Moonsign, por lo tanto este fanfic le pertenece a ella mientras el mundo de Harry Potter es de Joanne Rowling. Yo traduzco. En otras noticias ¡Tenemos cuenta! Pueden encontrarla bajo el nombre de amamos_a_moonsign.

"Puedo optar por acelerar mi enfermedad a una muerte o la locura alcohólica incurable, o puedo optar por vivir dentro de mi condición humana a fondo."

Mercedes McCambridge

REMUS:

— ¿Lunático? —Remus giró desde dónde estaba acurrucado viendo por el enorme ventanal en la sala común de Gryffindor que se encontraba vacía, observando la luna tres cuartos y dedicándole a James una sonrisa tensa— ¿Te encuentras bien, amigo? —Preguntó, ojeando a Remus con preocupación.

Remus atrajo sus piernas hasta su pecho y las abrazó mientras le daba espacio a James para sentarse: — Sí, eso supongo.

— No, no estás bien. Por supuesto que no lo estás —James se arrastró hasta el ventanal, sus piernas colgando del borde y dándole la espalda al vidrio. La sala común estaba muerta sin el ruido habitual de los Gryffindors. Remus, Peter y James se la pasaban ahí como guisantes apretados en un tarro, y Remus no podía hacer más que desear el final de las vacaciones de verano para que todo volviera a la normalidad.

James se quedó en silencio unos instantes, para luego suspirar y pasarse las manos por el desordenado cabello: — Ya ha pasado una semana y media. Sabes, pensé que cuando lo rescatáramos y estuviese en la enfermería todo estaría bien. Me refiero a que, sí sabía que iba a estar herido, pero jamás imagine que él... —James desvarió y se jaló el cabello en frustración— Me refiero a que, no volviste medio loco y aterrado de la oscuridad en segundo año.

Remus detestaba la implicación de que Sirius era débil, especialmente más débil que Remus, cuando él sabía que era todo lo contrario: — Sí lo hice —Reclamó, su voz especialmente dura— Antes de eso el Lunático post luna no existía. Mi mente se rompió y el lobo pudo meterse en un espacio que jamás sanará. Algunas cosas dejan cicatrices permanentes, Cornamenta, y no son solo físicas. Puede que yo no le tenga miedo a la oscuridad, pero estoy totalmente aterrorizado de la plata, el Ministerio, de que me toquen y de mí mismo.

James acercó una mano y la puso tentativamente en el brazo de Remus, sus ojos llenos de arrepentimiento tras sus lentes: — Tienes razón. Lo siento, Lunático. No debí decir eso.

Remus puso el mentón sobre sus rodillas y miró a James: — No culpes a Sirius —Le dijo— No se quebró por unas cuantas semanas encerrado solo, con frio y hambre en una bodega de dónde no tenía esperanzas de escapar. Se quebró tras dieciséis años de constante odio y abuso bajo las manos de las personas que deberían haberlo amado incondicionalmente. Sé que te es difícil comprenderlo porque tienes padres maravillosos que siempre te han querido e incluso consentido de más, y ellos ya tomaron a Sirius bajo su protección, pero es muy poco y demasiado tarde. El daño se lo hicieron hace mucho tiempo.

James golpeteó el brazo de Remus, luciendo incómodo. Su boca se movía sin decir nada y tuvo que aclararse la garganta para decir: — Tiene suerte de tenerte. Alguien que lo comprenda, me refiero. Son buenos el uno para el otro. Me gusta que estén juntos —Tosió y sintió vergüenza ante esa demostración de afecto, por lo que desvió la mirada y empezó a juguetear con la barba que le estaba saliendo para ver si eso le devolvía masculinidad.

Remus escondió una sonrisa y volvió a mirar por el ventanal. Sabía que solo Los Merodeadores podían ver este lado de James. Para todos los demás era un chico popular, arrogante y que se pasaba de cruel con sus bromas. Se preguntaba si debería decirle que tendría más oportunidades con Lily si se quitaba aquellos escudos de encima, aunque dudaba el que su amigo supiera que los poseía.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora