55. El precio del alcohol y las disculpas

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Nota de autor: Seguimos celebrando a Harry con estos bellos capítulos. Recuerden, queridos, lo escribió la Moonsign, J.K es dueña de mundo y yo soy su google translate personal. Disfruten de los paros cardiacos =).

"Veo dentro de mí y mi corazón es negro

Veo mi puerta roja y está pintada de negro

Posiblemente pueda desaparecer y no enfrentarme a los hechos

No es fácil enfrentar algo cuando todo tú mundo es negro"

Paint it Black por The Rolling Stones

SIRIUS:

Sirius se sentía terrible. Sentía como si lo único que hacía desde que los demás lo rescataron de la bodega era traicionar y dañar a Remus. Sucedía una y otra vez, incapaz de poder detenerse. Primero fue la promesa de no volver a beber. Luego su inhabilidad de atender la necesidad de contacto físico que Remus raramente pedía pero Sirius sabía que requería desesperadamente. Sabía que Remus se rompía desde adentro (y cuando era luna llena, desde afuera) preocupándose por Sirius. Y ahora lastimaba de nuevo a Remus, está vez yendo tan lejos como para llamarlo traidor.

Sirius tomó otro sorbo a la botella de vino que tenía en la mano. La ironía de estar sentado en una habitación que mantuvo secreta a Remus, haciendo precisamente lo que prometió no volver a realizar, le importaba poco.

Sirius presionó su rostro en la tela escarlata con dorado que recubría el sillón puf donde estaba sentado, dejando salir miserables hipidos. Escarlata y dorado. Los colores de Gryffindor. No se sentía muy valiente ahora mismo.

Remus estaba solo en la enfermería, temblando y con espasmos que lo preparaban para una transformación realmente cercana. Sirius sabía que si corría ahora, podría verlo antes de que fuera al Sauce Boxeador, pero no se atrevía a hacerlo. No podía decidir si mejoraría las cosas, el ir a disculparse y mostrarle a Remus lo arrepentido que estaba, o por el contrario las empeoraría, estaba ebrio y Remus le ordenó que no lo siguiese.

¿Por qué había bebido está noche, de cualquier forma? Apenas recordaba el huir de la biblioteca, la culpa apretándole malevolentemente el estómago y aferrándose a cada uno de sus órganos. Recordaba sus propios pensamientos escupiéndole la cruda verdad acerca de no merecer a Remus, mucho menos el obligar a Remus a tener que perdonarle.

Se encontró en la cocina sin darse cuenta con los elfos domésticos, siempre ansiosos de complacer, pasándole una botella de vino sin tener que pedirla. No pudo soportar la tentación de momentáneo olvido que provenía de estar increíblemente borracho.

Miró la botella en su mano e inmediatamente sintió asco. Era todo culpa del alcohol, pensó. Todo comenzó con el alcohol. Todo comenzó cuando pidió que le trajeran las botellas de su padre a la habitación. De ahí había terminado pegando unos posters que ni siquiera quería tener. Entonces lo habían dejado en la bodega con todos los barriles de vino y los demonios sombras mutando en cada esquina.

Y por supuesto, rompió la promesa a Remus. Rompió una promesa.

Todo por culpa del alcohol.

Se quedó mirando la botella en su mano y se inclinó sobre el puf para vomitar violentamente en el suelo. Sentándose de nuevo, tiró la botella contra la pared de la forma más dramática que se le ocurrió a Sirius Black. Golpeó la piedra satisfactoriamente, vidrio volando en todas direcciones, brillando en la luz iridiscente que flotaba de las velas.

Tenía que ver a Madame Pomfrey, se dio cuenta. Ella sería capaz de ayudarlo, y por supuesto que sería discreta. Posiblemente sería capaz de convencerla sobre no contarle nada a Dumbledore y McGonagall. Incluso peor, a los Potter o a los Anders.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora