56. Encontrando a Canuto

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Nota de autor: Por última vez ¡Feliz Cumpleaños, Harry! Espero que les hayan gustado estos tres capítulos de regalo en nombre del niño que vivió. Recuerden que la historia pertenece a Moonsign y el mundo a J.K Rowling, yo solo traduzco.

"El perdón es la prueba final de amor"

Reinhold Niebuhr

REMUS:

Al momento que abrió los ojos, Remus supo que algo estaba terriblemente mal. Para empezar, era de noche, no obstante podía sentir a la fuerza del lobo retrocediendo en su interior desde hace dos días. Eso significaba que se había quedado en su forma infantil más de lo que pensaba.

La otra cosa, era la agonía. Tras diez años de constantes abusos con su padre, Remus sabía que tenía la barra de dolor muy alta pero incluso él podía darse cuenta de que lo que sentía era demasiado fuerte y poco tolerable. Al intentar moverse, se dio cuenta de que estaba completamente cubierto de vendajes y pociones.

¿Qué había sucedido?

Su habitación en la enfermería estaba tenue, una única luz proviniendo de la vela al lado de su cama. Se movía y reflejaba sombras en la pared, sombras que asustarían a Sirius si estuviese aquí. En la mesa de noche había una pila de dulces, chocolates y pociones para calmar el dolor.

— ¿Madame Pomfrey? —Su voz era un patético susurro, como si toda la garganta se la hubiesen cubierto de brea. Ella debía haber estado demasiado atenta, porque pese a que él no pudo gritar, entró a la habitación cual ráfaga, con sus brazos llenos de pociones.

— Es bueno ver que vuelves a ser tú mismo, Remus —Le dijo a medida que empezaba a realizar los encantamientos de chequeó sobre él. Le pasó las manos delicadamente por los brazos para ayudarlo a sentarse— Mira, tómate esto.

Remus levantó las manos robóticamente, con los vendajes solo siendo útiles para hacer que bebiese la poción tontamente. El dolor y la rigidez desaparecieron un poco.

— ¿Qué sucedió? —Preguntó, buscando entre sus recuerdos para hallar algo más que angustia y traición. Recordaba gritar demasiado, a James, Peter y Madame Pomfrey intentando calmarlo. El resto era muy confuso— ¿Dónde está Sirius? ¿Qué sucede? —Empezó a toser, la garganta doliéndole tras ser utilizada para algo más que gritar.

— No hables, Remus —Madame Pomfrey se acercó para ponerle un mechón tras la oreja— Considero que depende de tus amigos contarte lo que sucedió. Están acabando la cena. Deberían llegar en cualquier momento.

— Oh, Merlín —Remus se asustó— Herí a alguien, ¿Verdad? Lastimé a Sirius, ¿No es así? Por eso no vino. Yo... —Lo dominó un nuevo ataque de tos.

— ¡No! —Madame Pomfrey se sentó al borde de la cama y empezó a consolarlo— Todos están bien. Lo prometo.

Remus no pasó desapercibido el hecho de que ella no agregará "Nadie salió lastimado".

— Por favor —Susurró— Dígame qué sucedió.

— Remus, creo que no deberíamos...

— ¡Lunático! —Madame Pomfrey y él se sobresaltaron para ver a James y Peter entrar al cuarto. Expresiones de gran alivio decoraban sus rostros cuando se dieron cuenta de que Remus otra vez era racional. Suponía, por cómo le dolían los ojos y tenía las mejillas, que había llorado los dos días. ¡Dos días! El pensamiento le aterraba. ¿Qué si un día de estos su mente no regresaba a la normalidad? ¿Qué si se quedaba como un niño para siempre?

— Hola chicos —Habló con voz baja. Miró a la puerta, esperando a que Sirius hiciera su aparición— ¿Dónde está Canuto?

Los dos chicos hicieron una mueca y el corazón de Remus se removió en dolor. Miró a Madame Pomfrey: — ¡Lo prometió! —La acusó, odiando que su voz sonará cortada e infantil. Lunático seguía muy cerca de la superficie, no dejándole posible pensar— ¡Me prometió que no lo había lastimado! ¡Me dijo que todos estaban bien! —Está vez terminó tosiendo tan fuertemente que le bajaron lágrimas sobre las mejillas a la vez que intentaba recuperar el aire. Tenía un sabor metálico en la boca.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora