19. Sangre en las paredes de la cabaña de un hombre lobo

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"Los secretos están diseñados para ser descubiertos con el tiempo"

Charles Sanford

Nota de autor: J.K Rowling decidió adueñarse de Harry Potter y Moonsing escribió está maravilla. Yo solo traduzco.

SIRIUS:

Sirius no estaba seguro de en que momento todo había salido mal. La broma había ido maravillosamente: Los estudiantes tenían pánico, los profesores estaban confundidos y gritaban pidiendo orden, los de Slytherin se veían hilarantes al no tener miembros y sin cabello y ni siquiera podían dejar salir su disgusto dado que solo siseaban.

Fue entonces cuando tuvieron que beber para evitar ser descubiertos, y las cosas se fueron por la ladera. Sirius había engullido su jugo de calabaza y vio con sorpresa como su cuerpo empezaba a cambiar. El loco cabello de James se volvía cada vez más largo y salvaje, llegando a su espalda, y Sirius lo señaló y se burló hasta que vio su propio reflejo en una de las bandejas de plata y se dio cuenta de lo ridículo que lucía.

Pasaron unos largos momentos para que Sirius de repente notara que Remus no tenía la misma reacción que los otros Merodeadores. Veía sus manos cambiantes con expresión de verdadero horror y desesperación. Su respiración se estaba acelerando, e incluso sobre el ruido de los estudiantes con pánico, Sirius oía los susurros que venían de su pecho. Mientras Sirius daba un paso adelante, Remus levantó la mano hasta su cuello en donde el pelo comenzaba a salir y empezó a gritar.

Era el ruido más horrible que Sirius había escuchado. No era como los gritos de miedo generalizado que dejaban salir muchos estudiantes, que sabían internamente que los profesores podrían dejarlos en la normalidad. Este era un grito de horror, odio y profundamente, muy profundamente disgusto.

Sirius sentía algo dentro de él partirse con ese sonido. Sin pensarlo se adelantó para alcanzar a Remus, desesperado para hacer cualquier cosa que pudiera acabar con ese ruido que solo seguía y seguía.

— ¿Rem? ¡Santo Dios! Remus, ¿Qué pasa? —Sirius trató de agarrarlo por los hombros, pero se sacudió hasta quitárselo de encima como si las manos de Sirius fueran de hierro caliente.

Mientras se tambaleaba, James y Peter se unieron a la discusión, viendo a Remus con preocupación: — ¿Qué está mal con él? ¿Remus? ¡Remus!

Y fue entonces cuando Remus se apartó de ellos, dio media vuelta y corrió por la puerta, sus manos con garras siempre delante de él como si pensará que eran una bomba a punto de explotar. Los otros intercambiaron miradas breves antes de salir tras él.

No les tomó mucho el darse cuenta de que jamás serían capaces de alcanzar a Remus. Era indudablemente rápido así como fuerte para alguien tan delgado. Corrieron lo más veloz que pudieron detrás de su sombra serpenteante, sin embargo, saliendo y siguiéndolo en dirección al Sauce Boxeador. Todavía estaban demasiado atrás para hacer algo cuando Remus saltó frente al árbol con sus ramas meciéndose violentamente, esquivándolas con agilidad inhumana y luego golpeando un punto del tronco.

— ¡Remus! ¡Detente! —Sirius trató de gritar, pero a duras penas salían sonidos con sus pulmones ardiendo. El pequeño chico desapareció por el pasaje oculto debajo del árbol y apenas estuvo fuera de la vista, las ramas empezaron a moverse.

— Tenemos que alcanzar...el punto...del tronco —Jadeó James, apoyándose en sus rodillas para tratar de recuperar la respiración— Encuentren un palo largo.

Los tres empezaron a buscar con desesperación hasta que eventualmente Peter dejó salir un grito de triunfo y batió una larga rama en el aire.

— ¡Rápido, maldita sea! —Bramó Sirius, temblando enteramente con impaciencia y preocupación. Todo en lo que podía pensar era en esa pequeña y sangrienta huella en la pared, y la memoria vívida de las palmas siendo cortadas para desear en sombras de luna.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora