57. Escondiendo a Canuto

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Nota de autor: ¿Adivinen qué? Está historia sigue siendo de la maravillosa Moonsign mientras que el mundo de "Harry Potter" le pertenece a J.K Rowling. Yo soy la traductora que viene cada cien años a traer un nuevo capítulo.

"El escape es la mejor terapia"

Por Maggie Stifvater

SIRIUS:

Era indescriptiblemente hermoso el volver a estar en los brazos de Remus, incluso si era en la forma de Canuto. Se acurrucó contra el pecho del hombre lobo, respirando profundamente y disfrutando los olores de Remus que captaba su nueva nariz canina.

Remus olía a chocolate, tinta y la fría piedra de la torre de Gryffindor. Olía a libros viejos y ese jabón que los elfos domésticos ponían en todas las duchas, aunque Remus era el único que lo usaba dado que los demás traían los suyos de casa. Olía a hombre y sudor por la carrera que había emprendido hasta el sauce boxeador.

Esos eran aromas que se localizaban en la superficie, los primeros en llegarle a Canuto. Entre más se presionaba contra Remus, atrapó otros olores que se escondían cada vez más de la superficie. Estaba ese fresco aroma otoñal que Sirius rara vez captaba con su nariz de humano. Era vívido, poderoso y rojo-ambarino, aunque Sirius no sabía cómo era posible que un color tuviese aroma. Le recordaba a las hojas secas, pinos y tierra húmeda. Había otro aspecto también, uno que su sensible nariz de humano jamás había identificado antes. Era gélido y feroz; dejaba la impresión de pelaje, calor y deseo de sangre. El aroma de Remus era igual de complejo y estructurado como su personalidad.

Sirius no estaba seguro de que Remus entendería sus disculpas perrunas. El lenguaje canino era tan simple que su mente humana luchaba por encontrar las palabras que dejaran salir lo que sentía. Tampoco ayudaba el hecho de que en su actual forma solo pudiera pensar en dos cosas a la vez. Pese a tener mente humana, no había habitación alguna para pensar. Sus emociones también se simplificaban bastante. El temor por las sombras había cesado, en especial cuando se dio cuenta de que la oscuridad que tenía por dentro era más aterradora que la de afuera. Pero ahora incluso el temor por su oscuridad interior se esfumaba. Su mente y corazón estaban ocupados en sentirse arrepentidos, angustiados y avergonzados. Mientras sintiera eso, no habría espacio para los temores de una complicada mente humana.

O posiblemente era el hecho de que el aroma rojo-ambarino de Remus alejaba todos sus temores. Y su voz tan reconfortante y dulce mientras susurraba: — Sí. Sí, fuiste un mal perro, pero eres mal perro y siempre voy a amarte.

Y ahí estaba, el perdón que Sirius ansiaba pero temía nunca recibir. Remus se lo ofreció tan libre y abiertamente como siempre, sin importarle el que las acciones de Sirius casi lograsen su arresto, tortura e inminente muerte.

Sirius gimió de amor y alegría. Se sentía pesado en alivio mientras se acurrucaba contra Remus, incapaz de detenerse para lamerle los dedos de la mano con la que Remus suavemente le acariciaba una de las orejas.

Remus dejó salir una risita: — Cambia de forma, pulgoso. Quiero abrazarte como se debe —Era verdad. En su forma actual, Sirius era enorme. Tan solo la mitad de su cuerpo cabía en el regazo de Remus, con sus brazos viéndose demasiado delgados mientras acunaba la cabeza de Canuto.

No quería transformarse, sin embargo. Regresar a la normalidad significaría millones de pensamientos complicados regresando de una vez. Llevaría a conversaciones incómodas y disculpas verdaderas. Lo obligaría a regresar a sus miedos humanos de las sombras en su mente. Ser Canuto, al igual que el alcohol, simplificaba todo, dándole un merecido entumecimiento a su cabeza.

Convocando sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora