•Amor en crisis•(#17 del futuro y tu)

.-Capítulo 32

•[Pasado]•

«¿Cambiar o mejorar?»

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El oxidado ventilador se movía de un lado a otro, tratando de ventilar el salón del hospital.

El olor ahí era extraño, a pesar de ser verano, la temperatura era fría, parecía estar dentro de una congeladora.

El sonido de los zapatos contra el suelo del hospital parecían chillidos, y a veces era molesto. Sobre todo cuando las personas arrastraban los pies. Un fastidio total. También, a cada momento, se veía pasar a personas con trajes celestes y blancos, que caminaban apresuradamente a sus respectivos destinos.

Habían personas en sillas de ruedas, mujeres, hombres, jóvenes. Cabe resaltar que la mayoría eran ancianos.

En medio de ese salón, se encontraba una anciana con una niña, esperando su consulta. Lo raro de eso, es que en medio de esa multitud, ella era la única menor.

De pronto, una mujer con traje blanco hizo su aparición lo cual llamó la atención de varios pacientes, que la miraban con esperanzas de que mencione el nombre de alguno de ellos.

—(Tn) (TA), hacer el favor de pasar al consultorio 313, gracias— dijo la enfermera con papeles en mano. Y de la misma manera apresurada en la que vino, se fue.

—Abuela, sigo yo— comentó la pequeña de 4 años y caminó de la mano con su abuela.

—Recuerda saludar (Tn)— musitó la anciana y llegaron al consultorio, la anciana golpeó levemente la puerta de este.

—¡Adelante!— dijo una voz al otro lado de la puerta.

Ambas pasaron al consultorio y lo primero que llamó la atención de (Tn) eran los pequeños rompecabezas que veía en una esquina de la gran habitación. También se sentía un aroma diferente al de casa y la temperatura era más fría.

—Buenas tardes doctor— saludó la anciana y dio una pequeña palmada en los hombros a su nieta.

—Buenas tardes— saludó también la pequeña, en voz baja.

—¡Buenas tardes!, soy el doctor James, ¿tu eres (Tn), cierto?— preguntó en un tono entusiasta, tratando de ganar la confianza de la pequeña, que se veía un poco tímida.

—Si— respondió ella, dándole una pequeña sonrisa.

—¡Que bien!, ¿te gustaría jugar con rompecabezas?— preguntó el doctor con una sonrisa y la pequeña asintió con un brillo en sus ojos.

Él tomó la mano de la niña y la llevó hasta un lado del consultorio, dejándola con unos rompecabezas que tenían la imagen de una mariposa.

—Tome asiento por favor, señora— dijo el doctor y señaló el asiento que estaba delante de su escritorio, la anciana asintió y tomó asiento.

El doctor, imitó su acción, sentándose delante de ella, con papeles en mano.

—He venido por los resultados, ya llevamos casi un mes con esto. De verdad, necesito saber que le pasa a mi niña— comentó la anciana, alzando un poco la voz, preocupada.