19: ¿Qué es real?

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Capítulo 19:

¿Qué es real?

PABLO. 

Sin poder evitarlo, llegaron a mi mente recuerdos de mi vida junto a ella, que a veces parecía que era tan perfecta ante los ojos de los demás. Pero solo ella y yo sabíamos la verdad, que no éramos lo que aparentábamos y decíamos ser... En realidad, no éramos nada, porque nuestra relación no podía llamarse como tal. Éramos dos personas que vivíamos juntos, que compartíamos algunos momentos juntos los dos, que salíamos a divertirnos con el título pegado de un noviazgo; pero al llegar a casa, no convertíamos en unos perfectos desconocidos, que no cruzaban ni dos palabras entre ellos una vez que se encontraban solos. Que compartían techo, pero ni uno ni el otro se interesaba en saber cómo la estaba pasando el otro; que no eran lo suficientemente valientes para afrontar la situación y aclarar las cosas y los motivos por los cuales se estaban distanciando entre ellos; que no buscaban cómo mejorar su relación ni su convivencia entre ellos, porque llegaron al punto en el que todo les daba por igual... Nada les preocupaba, nada les interesaba, nada los motivaba, ni nada los animaba; y mucho menos si eso incluía a uno de ellos dos. 

Era plenamente consiente de que, la mayor parte de la culpa la tenía yo, pero también esperaba que ella buscara la mera de conversar conmigo, y así yo poder explicarle todo para que ella entendiera el por qué de mi comportamiento, y que tal vez con eso bajara el rencor que seguramente me tenía aunque nunca me lo dijera. De otro lado, deseaba hablar con ella y poder pedirle perdón por el daño que le había causado, y que ella lograra perdonarme. Sabía que solo así, podía descansar sin tener ya ningún remordimiento de lo sucedido. Quería pedirle perdón porque en ese momento, había sido demasiado egoísta, pidiéndole o exigiéndole cosas que yo no era capaz de darle y que aun así ella lo seguía haciendo por el amor tan grande que me tenía, y que todo el tiempo trataba de demostrarme... Aunque yo la tratara tan indiferente. Necesitaba disculparme con ella también, por los momentos en los que me dejé de interesar en ella, y huía en los momentos en donde ella me necesitaba más, siendo que ella nunca me dejó solo cada vez que mis ánimos estaban por los suelos y que generalmente se debían a algo respecto a Gloria... Y yo le mentía, diciéndole cualquier otra cosa, para evitar más problemas entre los dos. 

Tenía las fosas nasales tapas, la cabeza a punto de reventarme y los ojos ardiéndome debido a tanto llorar. Después de más de media hora, pude calmar mi llanto y comenzar a respirar con normalidad. Fui hacia el baño para enjuagarme la cara, y también sonarme las narices. Cuando salí, escuché que tocaban la puerta, y supe de inmediato que era Gloria, pues ya hasta conocía su forma de tocar. Tomé una bocanada de aire y quité el seguro, para girar la manilla y encontrarme con ella atrás de la puerta. 

— ¿Ya me vas a decir por qué llegaste así después de que saliste al supermercado? —preguntó mientras se adentraba a la habitación. 

— Gloria... Es que, la vi. Estaba ahí en el supermercado y me la encontré ahí. 

— A ver, ¿A quién fue que te encontraste y que te dejó tan mal?

— ¿Recuerdas de la chica que te conté ayer? —pregunté hablando demasiado rápido, y ella asintió con la cabeza— Pues a ella. A ella me la encontré ahí. 

— ¿Y qué tiene? Pues que bien, ¿No? Me dijiste que llevabas tiempo sin saber de ella, y ya sabes que está aquí. 

— ¡No! ¡Es que no lo entiendes, Gloria! —grité, comenzando a exaltarme, y me alejé para caminar dentro de la habitación, tratando de calmarme yo mismo— Ella se fue así de la nada, y nunca hablamos de lo que pasó... Y ahora el verla, me trae esos recuerdos y me pone mal, porque no tengo valor de verla a la cara sin sentirme horrorosamente culpable de haberle mentido y haberla utilizado, de cierta forma. 

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora