33: ¡Está viva!

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Capítulo 33:

 ¡Está viva! 

GLORIA. 

Desperté con la cara de Pablo encima de mí, de inmediato me exalté y me alejé un poco de él, confundida. Me miraba raro, con los ojos achinados, y detallándome por completo, pelo por pelo. Cuando despertaba con el encima mío, era porque me llenaba de besos, pero esa vez fue algo completamente distinto. 

— ¿Qué te pasa? —pregunté, moviéndome hacia el otro lado de la cama para levantarme. 

— Esperaba a que despertaras —respondió él, como si fuera de lo más normal despertar con alguien encima de ti viéndote fijamente. 

No pude contestarle, pues me invadieron las ganas de vomitar, haciendo que corriera con rapidez hacia el baño para evitar hacer un desastre. Con suerte llegué a tiempo y solté lo poco que tenía en el estómago, sintiendo como si me quemara por dentro. No había nada más que mi cuerpo pudiera desechar, por lo que me levanté y me lavé la boca para quitar el sabor ácido. Aproveché y me eché un poco de agua en la cara, para despertarme y ver si eso podía calmar un poco del insoportable dolor de cabeza que tenía. No estaba acostumbrada a beber, y mucho menos en esa cantidad, y por eso me sentía tan fatal. 

Tiré de la palanca del baño y fui por una toalla para secarme las manos y la cara. Todo lo hacía con la mirada de Pablo fija en mí, buscándome no sé qué, con una expresión que me ponía incómoda. Salí del baño, ignorándolo por completo para bajar las escaleras y encaminarme a la cocina. 

Fui hacia las cajoneras, buscando un par de pastillas que calmaran mi dolor, pero no hallaba ni una sola. Era especialmente el lugar de los medicamentos, pero había de todo, menos de lo que necesitaba. 

— En la encimera te dejé unas pastillas, si es lo que buscas. Fui por ellas a una farmacia, suponiendo que despertarías mal —habló Pablo, bajando las escaleras, mientras que se alisaba la camiseta que traía. 

— Gracias —me limité a decir, tomándome las pastillas con un vaso de agua. 

Tenía la garganta seca, así que fui por más agua, y también puse la cafetera antes de volver a la barra. Pablo me esperaba del otro lado, y me fue imposible no detallarlo. Estaba bien peinado, afeitado, con una camiseta color vino que combinaba perfecto con su piel... Y su olor, me llegó a pesar de estar a más de un metro de distancia, y lo inhalé llenándome de el. Había algo de tensión entre nosotros, pero eso no era impedimento para apreciarlo y convencerme aún más de lo mucho que me gustaba. 

— Gloria, entiendo que no es nada fácil lo que estás pasando, ¿Pero tú crees que esa sea la manera de arreglar tus problemas? —me regañó, con un tono bastante serio, que dejaba ver su enojo. 

— Lo que menos necesito es que me regañes, por favor —rogué, sintiendo que la cabeza me iba a estallar con tantas cosas que tenía encima. 

Fui a servirme una taza de café, a ver si con eso se me bajaba la cruda, y volví a sentarme en donde mismo para tomármelo también como agua.

— ¿Sabes qué, Gloria? Tania tiene razón, eres una maldita egoísta que no se preocupa ni por la salud de su mejor amiga —finalizó, casi gritándome del coraje que tenía— Simone ha estado en todo para ti y no se merece que no la acompañes ni que tengas tan poco interés en ella.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora