26: Me debes algo.

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Capítulo 26:

Me debes algo.

GLORIA.

Sonreí al comprender sus intenciones, y solo esperé a que él me guiara a su antojo. Se hincó sobre la cama, y me ayudó a levantarme a mí, para después darme media vuelta y dejarme de espaldas a él. Con brusquedad, pero sin llegar a lastimarme, me lanzó a que me recostara en la cama, mientras que ponía una almohada debajo de mi abdomen. Separó mis muslos, y me hizo arquear la espalda más abajo, dejando mi cabeza sobre la cama.

Cuando estuve bien posicionada, recargué la cabeza sobre mis brazos en el colchón, suponía que Pablo estaba más que disfrutando de la vista que le daba por lo que no salía ninguna palabra de su boca ni hacía ningún movimiento. Sentí cuando él se acomodó sobre mi cuerpo, y sus dedos acomodando su parte íntima en la mía para penetrarme de una sola vez. Empezó con un ritmo lento y poco a poco fue acelerando sus movimientos. No podía ver el deleite en su rostro, pero me bastaba con oírlo gemir de una manera tan ronca y varonil que me calentaba más de lo que ya me encontraba. Hacía que sintiera mi cuerpo arder, desde las orejas hasta los pies, por dentro y fuera.

Me tomó de la cintura, y me pegó más a su cuerpo al mío, provocando que las embestidas llegaran algo más profundo y placentero, que me hacían gritar como loca de la excitación que ese hombre provocaba en mí. Con su mano libre, acariciaba con necesidad mi trasero, hasta que en un momento que me tomó por sorpresa, dejó caer su pesada mano sobre uno de mis glúteos. Acto que dejó un poco irritada la piel, pero que esa irritación segundos después recorrió todo mi cuerpo y se mezcló junto con la excitación que tenía. El escaso salvajismo que Pablo empelaba em ese momento aumentaba más mi deseo, y se lo hice saber soltando un fuerte gemido mucho más demostrativo que los anteriores. A lo que él entendió, y respondió jalándome del pelo al principio de una manera suave, se podría decir que, con algo de miedo a lastimarme, pero después se invadió por completo del placer y jaló con más fuerza devolviéndome la cabeza. Repetía jadeante mi nombre, mientras seguía tomándome del pelo, y de vez en cuando dejando una nalgada en mis glúteos. Solo un momento dejó de hacerlo, cuando se bajó un tantito para llegar a alcanzar mis senos, apoderándose de ellos con ambas manos en cada uno sin parar sus movimientos. Lo sentía, ahora sí, más dentro que nunca, y tenerlo estimulando mis senos me erizaba la piel de tomas las sensaciones juntas.

Un rato después, pude percibir cómo las piernas de Pablo temblaban detrás mío y que sus gemidos incrementaban mucho de volumen, y apretaba con fuerza mis caderas y trasero, deleitándose también con la vista que le ofrecía mi cuerpo completamente desnudo y que estaba totalmente a su merced. Noté el momento exacto en el que comenzaba a invadirlo el orgasmo, pues cada vez sus penetraciones y caricias eran con más necesidad, y se quedó quieto, liberando poco a poco el placer dentro de mí. Segundos después, lo seguí con el éxtasis, para luego desplomarme boca abajo sobre la cama, pues mis piernas comenzaban a entumirse y separarme de su cuerpo. Él, de inmediato se dejó caer en mi lado, y me abrazó acercándome con él mientras volvíamos de aquel maravilloso viaje al cielo que teníamos cada que hacíamos el amor... Porque eso era "Hacer el amor", no simplemente tener sexo porque más que nuestros cuerpos, sentíamos esa conexión de almas y de mentes. Más que lo carnal, nos fundíamos en un solo, que sabía cómo complacer al otro con sus caricias. Pareciera como si ambos nos leyéramos la mente el uno al otro, y adivináramos las necesidades que teníamos los dos.

— Te sentí... Mejor que nunca, de verdad que sí —hablé yo, aún con la respiración un poco agitada.

— No hace falta mencionar que el leve salvajismo que tuve le dio una chispa más. No lo niegues —dijo con aquel ego que en ciertas ocasiones se cargaba, y yo lo aborrecía.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora