Capítulo 39:
Madre e hija.
GLORIA.
Apenas habían pasado un par de días desde el juicio de Armando, por lo que todavía no terminaba de asimilar muy bien la noticia. Me era algo difícil terminar de asimilar que el padre de mi hija pasaría toda su vida en la cárcel, que ella no tendría la oportunidad de compartir con él y tal vez de conocer a aquel Armando tan amoroso y dulce con el que me había casado. Sin contar eso, sentía muchísima más tranquilidad al saber que las personas que me habían separado de mi hija no lo harían nunca más, con diferentes situaciones y fines los dos.
Iba a cumplir la promesa que le hice a Armando, no iba a dejar de enviarle una foto de nuestra hija por semana, o en las fechas especiales. Le hablaría a Ela del Armando que conocí al principio, de su lado bueno y bondadoso, para que mi hija se sintiera orgullosa de su padre y no creciera con algún sentimiento de coraje o rencor hacia él. Pese a todo, sabía perfectamente que Armando no hubiera sido un mal padre, y no es el mejor ejemplo, pero lo que hizo con Ela, dejó muy en claro la sobre protección con la que la trataría siempre.
Tengo la mala costumbre de justificar demasiado a las personas, y Armando no era una excepción. Obviamente que no estuvo bien todo lo que hizo, y por supuesto que me dolió demasiado, pero yo no tenía el corazón o el poder para juzgar lo que hizo. En cambio, hasta cierto punto podía entenderlo, y yo no era absolutamente nadie para no darle mi perdón. No quería vivir enferma de odio o rencor, por lo que me dediqué en esos a días a pensar y analizar con detalle todo, concluyendo en que mi corazón podía perdonarlo.
En una breve visita que le hice al día siguiente del juicio, le llevé una nueva foto de Ela con la pequeña fiesta que le hicimos ese día, celebrando los 6 meses que había cumplido el día que la recuperé, pero que por evidentes razones no pude celebrarle como mi bebé se merecía. Y en esa misma visita, le hice saber que lo perdonaba de absolutamente todo, porque sabía que eso a él le daría algo de consuelo, y hasta lo haría sentir mejor, y yo no quería verlo mal.
Mi Ela... Lo más hermoso y puro de mi vida. El rayito de sol que iluminaba mi vida con tan solo una sonrisa. No recordaba lo que era amar tanto amar a alguien, hasta que tuve otra vez a mi Ela en mis brazos, sintiendo su cuerpecito y aspirando ese aroma de bebé que a todos nos gusta. Era una cosita tan alegre y dulce, que hacía querer comérmela a besos todo el tiempo. Pablo me decía que ella se parecía mucho a mí, pero siento que es una perfecta combinación entre Armando y yo.
Disfrutaba y amaba cada pequeño momento que pasaba a su lado, y lo valoraba con todo mi ser, agradeciéndole a diario a Dios por la dicha tan hermosa de ser madre. Me encantaba la hora del baño, escoger su ropita tan tierna y dulce como ella, darle de comer con aquel amor, y saltarme a dormir en su cuna junto a ella en las madrugadas.
Aunque todo con Ela era hermoso, había un tema que me dolía con toda el alma, porque habían un par de horas en los que Ela no paraba de llorar de una manera que me desesperaba al no saber qué tenía. Intentaba de todo, la cambiaba, revisaba su pañal, le daba su chupete, hacia caras tontas frente a ella, le daba de comer, pero nada funcionaba. Un día después de escucharla por más de media hora llorar, la respuesta llegó a mí.
- ¿Ya se calmó esta princesa? -preguntó Pablo, entrando al cuarto de Ela.
- Por fin se quedó dormidita -dije sonriendo, viéndola descansar en su cuna, con la cara roja e hinchadita de tanto llorar.
- ¿Todavía no sabes qué le pasa?
- Pasa que Ela no me reconoce -contesté, y sintiendo que esas palabras me cortaban el alma- No sabe quién es su mamá.
- Mi amor, ¿Por qué piensas eso? -. Se acercó a mí, abrazándome por la espalda, dejando un beso en mi hombro.
- Fue Lucía quién la cuidó en todo este tiempo, es normal que se haya acostumbrado a ella, y que en estos momentos la extrañe -externé, viendo a Ela- Es una bebé, no comprende nada.
- Es cuestión de tiempo, y de que Ela recuerde quién eres tú -susurró Pablo en mi oído.
Los días se convirtieron en meses y mi bebé cumplió su primer añito. La fiesta fue algo en grande, rodeada de nuestros seres queridos y uno que otro amiguito de Ela que había hecho en una de nuestras tantas visitas al parque. Nos tomamos miles de fotos con toda la familia para el recuerdo, y pasamos toda la tarde riendo por los pequeños. Una de esas fotos fui a llevársela a Armando en una visita, como todo el tiempo trataba de hacerlo.
Analizaba lo que era mi vida en ese entonces, y estaba segura de que no había podido tocarme una mejor. Rodeada de mis familiares, al lado del amor de mi vida, y con mi hija. No hacía nada más que enfocarme en Ela, pues me había tomado todo un año para dedicarme a ella, tratando de recuperar todo el tiempo que pasamos separadas de la otra.
Me había mantenido algo alejada del ojo público, me daba pavor tan solo imaginarme que al exponer a Ela a las personas, pudiera pasarle algo. Los parques a los que salía con ella eran de la misma colonia privada en la que vivía, así que no tenía problema con eso. Con mis fans, les mostraba un pedacito de mi vida, sin mencionar mi relación con Pablo y a mi Ela. Nunca había sido tan cerrada respecto a mi vida privada, pero en esa ocasión mi instinto de madre me decía que el ocultarlo, aunque fuera un tiempo, era lo correcto.
Al año con dos meses Ela ya había aprendido a caminar con algunos pasitos torpes, pero todavía le faltaba hablar completamente, pues a penas y le salían algunos balbuceos. Era una bebé demasiado inquieta y curiosa, que siempre andaba gateando de aquí para allá, y robando la sonrisa de cualquier persona que la viera simplemente existir. Me hacía demasiado feliz cada que hacía algo, por más mínimo que pareciera, yo lograba verlo como lo mejor del mundo.
Esta ves ya no tenía miedo de que mi vida fuera tan perfecta, como hace tiempo creí tener aquella sensación. Quería creer en que Dios me permitiría tener la dicha de seguir disfrutando de todo lo bueno que tenía en mi vida. Sabía agradecerle a él cada mínimo detalle, el simple hecho de poder despertar y ver a mis lados a Ela y Pablo, que era mi vista perfecta en cada amanecer.
HOLIIII, ¿QUÉ TAL? 🥰. Bueno, este es otro capítulo relámpago, pero espero que lo hayan disfrutado igual. Las amo, hermanas, voteeeen.
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@silvv.gt
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¿Te quedas conmigo?
FanfictionLa historia de amor de Gloria Trevi, su bailarín y mejor amigo, Pablo Papacostas. Luchar por un amor nunca es fácil, y menos si es un amor prohibido. Gloria y Pablo tendrán que luchar contra todos, si es que quieren mantener vivo su amor. La clave...