04: Vuelta a la... ¿Realidad?

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Capítulo 04:

Vuelta a la... ¿Realidad?  

GLORIA. 

EL 23 de enero del 2021 desperté con los ojos hinchados, la almohada húmeda, y la misma opresión en el pecho. Había estado llorando dormida de nuevo, como cada día de los tres meses que ese día se cumplían. Tres meses del golpe más duro que había recibido en mi vida, pero de la bendición más bonita que tuve; el nacimiento y la muerte de mi hija. Estaba hundida en la tristeza, en la soledad, en la angustia, en la obscuridad. ¡Mi niña, mi amada Ela Sofía! Nunca más estaría conmigo de nuevo. ¡No había nada que se pudiera acercar a tanto dolor! ¡Nada!

En las noches, a mitad de mi llanto, le rogaba a Dios que trajera conmigo a mi niña para cuidarla y llenarla de este amor que se me escapaba de las manos. Pero no, pues cada despertar era como si me desgarrara el alma al ver que mi petición nunca se cumpliría

Me sentía cada vez peor. Desde aquel día que dije que iba a salir adelante no había avanzado en nada, estaba peor que antes. Armando y Simone estaban siempre conmigo, pero no me era suficiente, necesitaba a mi hija... A mi pequeña Ela.

Desde aquella desgracia no habíamos salido de la casa, a excepción de algunas veces que Armando salía, pero suponía que iba a tomar aire. Y yo, que estaba sumida en la obscuridad de mi dolor, no quería nada más que morirme. Mi mente apenas podía pensar en poco más que el recuerdo de mi hija

- Gloria, alístate. Vamos a salir -me dijo Armando, entrando a la habitación. 

Al principio me sorprendió su demanda, pues él sabía perfectamente que mis ánimos no estaban para salir a ningún lado, pero me tranquilicé pensando en que tal vez iríamos a ver a mi Ela. 

Salimos Armando, Simone y yo. La mañana era obscura, nublada por grandes nubes negras. Bastante deprimente. La gente corría a refugiarse de la lluvia que se aproximaba. Y así fue, en el trayecto comenzaron a caer pequeñas gotas en la ventana del carro que poco a poco fueron volviéndose tormenta.

El viento y el agua eran tan abundantes que era totalmente imposible ver algo más que no fueran nubes grises. La situación en la que nos encontrábamos era casi igual a lo que estábamos viviendo... Estábamos en la tempestad, en todos los sentidos.

Pese a la situación, el dolor que me devoraba por otra razón muy especial, mi Ela, no desaparecía. Envuelta en esa neblina, todo parecía ocurrir sin que yo estuviera completamente ahí.

En lo poco que se podía percibir se veían los carros parados incapaces de luchar contra la corriente. Armando, terco como siempre, aseguraba que el agua no serían un impedimento para regresar a casa. Él y Simone se ponían de acuerdo para ver qué comprarían. No puse atención a lo que hablaban. Salvo en algunos instantes que percibía mi entorno, vivía sumergida en la neblina que envolvía mi vida desde el terrible día desde hacía dos meses.

Tal vez y solo tal vez, por fin me llevarían al panteón en donde enterraron a mi Ela Sofía. Desde el día en el que murió lo había pedido, pero nadie me decía nada, ni siquiera me lo negaban. Sumida en mi dolor, no me percataba realmente de lo que pasaba, hasta que escuché gritar a Simone. 

- ¡Armando, ten cuidado! -advirtió ella, después de que Armando casi chocara con un carro debido a que no se podía ver nada.

Ignorando las advertencias de los demás conductores, las de Simone y las mías, Armando siguió el camino a ciegas. Íbamos bien, hasta que una cuadra antes de casa, la llanta del carro cayó en un profundo hoyo en el pavimento que estaba tapado por el agua que caía. No podíamos salir del hoyo ni del carro, si salíamos el agua nos arrastraría de la fuerza que tenía. Tratamos de mantener la calma, por lo menos hasta que encontráramos una manera de salir de ahí. Pero no pudimos seguir con la calma, pues empezamos a ver cómo un tráiler a toda velocidad se acercaba hacia nosotros. Todos nos quedamos inmóviles, sin saber qué hacer o decir. Cuando quisimos movernos era demasiado tarde... El tráiler nos chocó.

¿Te quedas conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora