Capítulo 38:
Sin nada.
ARMANDO.
El día del juicio había llegado al fin, después de tenerme algunos días en ascuas, sin decirme nada de qué es lo que harían conmigo. Y sinceramente, no es que me importara mucho, no me importaba si me pudría en la maldita cárcel toda mi vida. Estaba preso en cuerpo, pero también era preso de mis recuerdos, que me atormentaban todo el día sin parar, y estaría viviendo el mismo infierno si estaba libre o no.
Dentro de esas cuatro paredes de aquella fría, obscura y silenciosa celda, me daba el tiempo para reflexionar de todo lo mal que había hecho en mi vida, arrepintiéndome de cada cosa, por más simple que fuera. No me permitía sentir algo más que no fuera culpa y arrepentimiento, y sentía que eso cada vez me desgastaba todavía más.
En mi intento de no querer tener lejos a mi hija, la separé para siempre de mí. Y aquel miedo tan grande a la soledad, del que había estado tratando de huir, en ese momento me consumía el alma. Gracias a esa fobia, es que hice tanto daño sin medir las consecuencias de mis actos con total claridad, que personas a las que de verdad quería terminaron sufriendo por mis estupideces.
Nunca fue mi intención dañarlas, pero cuando Gloria me pidió que nos separáramos, mi miedo se hizo mucho más grande, sobre todo porque creía que me quitaría a mi hija. Qué equivocado estaba, porque al parecer no conocía ni un poco a la maravillosa mujer con la que me había casado hace años. El que Gloria hubiera ido más de una vez a visitarme a la cárcel, dejaba ver aquel corazón tan bueno y noble que tenía, y que yo no me merecía en lo absoluto.
- Ten, es una foto de Ela -me dijo del otro lado del cristal, deslizando por debajo de este un pequeño sobre- Nunca te la voy a negar, no tengo ese poder. Jamás le voy a hablar mal de ti, nuestra hija tendrá su alma limpia, de eso me encargaré yo -aseguró, regalándome una de esas sonrisas que siempre me gustaba ver, y que en algún tiempo, fui quién las provocó.
- A lo largo de los años, dónde sea que esté, te dejaré saber cómo esta Ela, te mandaré fotografías, eso es todo lo que puedo hacer -siguió hablando, y se encogió de hombros- No sé si eso sea suficiente, pero es todo lo que mi corazón te puede dar.
- Es mucho más de lo que me merezco después de todo -admití, con una agria sonrisa- Y te lo agradezco muchísimo.
El tiempo de visita se había acabado, por lo que solo me dedicó una sonrisa a modo de despedida, levantándose de la silla para salir del cubículo seguida por el guardia que nos vigilaba. La seguí con la mirada hasta que desapareció de mi vista, y después de eso me paré para regresar a mi celda, en donde aprecié con detenimiento la foto de mi hija.
- Mi Sofi... -sonreí, llamándola por el nombre que más me gustaba- Ojalá que algún día puedas perdonarme por todo, princesa.
Siendo escoltado por un par de policías, esposado con las manos detrás, fue como salí de mi celda para dirigirme a la sala en donde me dirían cuánto tiempo tendría que pasar en ese asqueroso lugar. Al llegar ahí, un atisbo de esperanza se sembró en mí al ver a Gloria sentada en la sala, esperando a que por alguna extraña razón Sofi estaría con ella, pero como evidentemente era de esperarse, mi hija no estaba ahí. Solo estaban Gloria, Pablo, Simone, Jack y Tania.
De todos ellos me separaba una reja negra a un metro de distancia, y sentía las miradas llenas de odio y rencor, pero también percibí la de Gloria, que solo tenía compasión. No tuve el descaro de alzar la vista para verlos a la cara, no siendo yo plenamente consiente de todo el daño que había provocado. Pese a todo, tenía mi dignidad, y sabía que si volteaba aunque fuera un solo segundo, me quebraría a llorar como lo hacía todo el tiempo al recordar todo.
Tuvimos que esperar unos minutos a que el juez llegara, dándole inicio al juicio que tanto había anhelado. Siguiendo el debido protocolo, habló un par de cosas antes de decir lo que realmente todos esperábamos escuchar: Cuánto maldito tiempo estaría aquí. Sabía que todos allá afuera deseaban verme toda mi vida tras las rejas, y yo no los podía contradecir, pues sabía también que me lo tenía completamente merecido por haber sido todo un cabrón.
- [...] Este juzgado penal dicta sentencia condenatoria a Armando Gómez por los siguientes delitos: 50 años de prisión por delito de delincuencia organizada privación ilegal de a libertad en la modalidad de secuestro en agravio de Gloria de los Ángeles Treviño Ruiz, y de la menor Ela Sofía Gómez Treviño. 25 años de prisión por el homicidio doloso en agravio de Lucía Rivera López. 10 años por agresión física en agravio de Simone Carvalho Silva, y del señor Pablo Papacostas. En su totalidad, suman 85 años, de los cuales se les condena a pasar 60 años en prisión, que es el límite máximo que marca la ley.
Dudaba muchísimo que mi vida llegara hasta los noventa años, y deseaba con todas mis fuerzas que no llegara ni al día de mañana. No tenía planeado hacer absolutamente nada dentro de ahí con tal de que me redujeran mi condena, pues al final, si salía de ahí, mi vida sería la misma mierda tanto adentro como afuera. Prefería mil veces estar encerrado, que estar libre y seguir causándole dolor a la gente que quería.
No tenía a Sofía, ni tampoco a Lucía. A las dos las había perdido por culpa de mis pendejadas, y era de lo que más me dolía en el mundo. Esas dos mujeres eran los dos amores más grandes de mi vida, y ya no las tenía. Me había quedado solo... Sin nada.
HOLIIIIIIIII 🥰. Bueno, este capítulo está a la mitad de lo común a los demás, y es que era necesario hacerlo tan cortitoooo JAJAJAJAJ. O díganme, ¿Les hubiera gustado leer TODO un capítulo narrado por Armando, así de largos como los demás? ¡Yo sé que no! 🥴. En fin, creánme que era súper necesario que narrara él aunque fuera un poquito para que pudieran entenderlo un poquito más... Y, línchenme si quieren, pero ya no me cae tan mal Armando, hasta lo entiendo. Como sea, no se olviden de votar, ya saben que las tqm, hermanas 💗💗.
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¿Te quedas conmigo?
ФанфикLa historia de amor de Gloria Trevi, su bailarín y mejor amigo, Pablo Papacostas. Luchar por un amor nunca es fácil, y menos si es un amor prohibido. Gloria y Pablo tendrán que luchar contra todos, si es que quieren mantener vivo su amor. La clave...