XXXIX

9.7K 1K 1K
                                    






XXXIX. DESAPARECIDO.


 DESAPARECIDO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Lærke.

El bosque me atrae.

Me siento tal polilla siendo hipnotizada por la luz de una lámpara. Yendo en dirección de lo que me deslumbra, pero que eventualmente acabará conmigo.

Camino por los senderos buscando un poco de paz para mi mente que no parece descansar. Los últimos días han sido borrosos para mi, no los recuerdo del todo, tampoco sé si mis supuestas memorias son reales o producto de mi imaginación. Sé que debería estar tomándome mi medicamento para evitar este tipo de cosas, pero tampoco estoy segura de si realmente lo tomo o no.

Hay una parte de mi que de manera ansiosa desea regresar a Dinamarca, esa parte cree que al hacerlo volveré a sentirme tranquila, sin embargo mi lado racional argumenta: ¿no se supone que dejamos Dinamarca para encontrar en Flagstaff la tranquilidad que necesitábamos?

Mi cabeza es un dilema.

Si seguía así, pronto tendría que volver a buscar ayuda profesional.

Era consciente de que el mayor factor de mis problemas eran los hermanos Hagebak, al conocerlos ellos habían desencadenado todo el estrés del que venía huyendo. Aunque todo pareció empeorar luego del cumpleaños de Hagar.

Mi mente le dio tantas vueltas a ese asunto que literalmente terminé mareada, las náuseas no me dejaron por unos días pues por más conclusiones a las que llegaba respecto a los Hagebak en general, ninguna era buena.

Desde el inicio todo fue raro, admitiré, pero me dejé llevar por el físico y la atracción que sentí por Hiel. Luego se le agregó Heber, incluso Horem, causando así que mi enfoque estuviera en el lugar equivocado. Dejé pasar lo de Sedona y cada otra experiencia extraña diciéndome que probablemente habría una explicación lógica y normal. Los humanos tenemos dos tipos de respuesta ante una situación peligrosa; fight or fly. Se supone que mi cerebro debió elegir una de las opciones, pero en su lugar ignoró la situación casi en su totalidad y se enfocó en lo placentero que resultaba estar con los Hagebak.

Un placer retorcido que terminaba jodiéndome.

Me detengo abruptamente cuando mis ojos captan movimientos a unos metros de distancia.

Tienen que estar jodiéndome.

Mi corazón se acelera sintiendo el pánico esparcirse por mi cuerpo. No me muevo, busco algún tipo de escapatoria pero como es de esperarse solo hay árboles y más árboles. Si corro me alcanzará, si trepo algún árbol probablemente también lo trepará.

Los osos son capaces de correr a gran velocidad, nadar y trepar, no me sorprendería si con la evolución y los años aprendieran a volar.

El gran oso negro no me ha mirado, así que recordando las sugerencias para prevenir un ataque de oso me tiro al suelo, me acomodo en posición fetal y espero a que el oso se vaya.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora