XXVII

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XXVII. Suplantando la Tranquilidad.



Regreso de Phoenix sintiéndome aliviada.

Si creía que Flagstaff era un lugar caluroso, no se comparaba con el infierno de Phoenix, sentí que hasta el trasero me sudaba.

Me dejo caer en mi cama luego de bañarme, eran casi las once de la noche del día domingo, en una hora oficialmente mi cumpleaños terminaría, pero no podía dejar de pensar en lo bueno que había sido.

Tomo mi teléfono revisando mis redes sociales, y lo primero que me aparece es la historia de Novalee indicando que está en el hospital, aunque la historia no revela información concreta.

Algo preocupada le mando un mensaje preguntándole si está bien, y ella no tarda en responder;

N: Yo estoy de maravilla, pero Brent es otra historia, cuando salió de trabajar lo asaltaron y le dieron una paliza, le fracturaron el brazo derecho y por eso ahorita estamos en el hospital.

Mierda, y según yo Flagstaff era un lugar seguro.

Me ofrezco a ir a hacerle compañía, pero ella dice que ya están por irse a casa, además de que ya es bastante tarde, así que quedamos en mantenernos en contacto, pues en realidad, no hay nada que yo pueda hacer.

Repaso mi pequeña lista de contactos, lo medito un momento, pero termino por mandarle un mensaje a Hiel.

L: ¿Estás despierto?

Espero un momento, y no mucho después me aparece que lo ha leído seguido de los puntos indicando que está escribiendo.

H: Si, ¿por qué?
H: ¿estás bien?
H: ¿necesitas algo?

L: ¿quieres venir a dormir conmigo?

H: voy en camino.

Muerdo mi labio conteniendo una sonrisa, me levanto de la cama y para no prender ninguna luz utilizo la linterna de mi teléfono para guiarme a través de la oscuridad de mi casa. Bajo las escaleras con cuidado y después voy directo a la puerta del jardín trasero, la abro y espero pacientemente a Hiel.

Sonreí cuando lo ví acercarse, vestía un pantalón de chándal azul marino con una camiseta negra, pero lo que más me llamó la atención fue el girasol que sostenía.

—Feliz cumpleaños. —Dice antes de besarme, me entrega el girasol y lo acepto antes de volver a besarlo.

—No me digas que estabas esperando a que te mandara un mensaje con girasol en mano. —Comento y él se ríe.

—En realidad nos quedamos con los girasoles de tu fiesta sorpresa, cuando bajé vi un arreglo y me pareció buena idea traerte un girasol. Ya sabes, aún sigue siendo tu cumpleaños.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora