L

7.3K 1K 1K
                                    



EPÍLOGO.


Diciembre 15, 2018.

Phoenix, Arizona.

Lærke.

El psiquiátrico no es un bonito lugar.

No hay color, no hay olores agradables. Todo lo que hay es agonía, desesperación y olor a desinfectantes.

Me es difícil aceptar todo lo que ha pasado, no he lidiado bien con la muerte de mis padres, no he querido alegrarme por estar viva.

¿Cómo carajos esperan que me alegre por estar aquí sola en esta tierra luego de que una loca matara a sangre fría a mis padres?

¿Cómo pretendían que viviera tranquila sabiendo que los Hagebak están en algún lugar del planeta y que ellos también me dejaron sola?

Llegué aquí luego de salir del hospital donde atendieron los cortes en mis muñecas. No fue por voluntad propia, he de agregar. Estaba es un estado de locura, gritando que me quería morir, otras veces, gritaba los nombres de los hermanos Hagebak.

A partir de esa noche, se desató el escándalo en Flagstaff.

Los hermanos Hagebak desaparecieron y la policía los estaba buscando por todo el país. Salieron a la luz algunos de sus crímenes, mismos por los que aquella noche la policía los estaba persiguiendo, también les atribuyeron la muerte de mis padres y de Fernanda, dejándome a mi libre de cualquier culpa.

A mi me habían catalogado como una sobreviviente, la víctima que llegó a tiempo al hospital donde fue salvada. La chica europea que se había vuelto loca por culpa de los Hagebak.

Fue una semana intensa, pero tengo entendido que el señor Darío pagó a los medios para que dejaran de hablar de sus hijos. Se hizo una investigación la cual reveló que el señor Hagebak no tenía nada que ver con lo que sus hijos hacían. Honestamente lo creo, porque el señor Darío se ve devastado.

Al morir mis padres, él se hizo cargo de todo lo relacionado a su sepultura. A pesar de que el dinero de mis padres había pasado a mi nombre, el señor Darío se está haciendo completamente cargo de mis gastos aquí en el psiquiátrico.

Había venido a visitarme hace unos días, aquel señor robusto, de aspecto joven y saludable ya no estaba. Ahora estaba un señor que lucía cansado, acabado, con la mirada apagada y los ojos rojos.

—Nunca me alcanzará la vida para pedirte perdón por todo el daño que te hicieron mis hijos. —Me dijo entre lágrimas. —Lo siento tanto, Lærke. Tus padres y tú no merecían lo que les pasó.

Me ahorré la verdad, que la gente pensara que la culpa era de los Hagebak me era de beneficio. Si decía que Fernanda era la que había matado a mis padres un nuevo caso se abriría, y pasaría de estar encerrada en un psiquiátrico a estarlo en una prisión.

Es por eso que no intenté desquitarme con el señor Darío, siempre intenté hacerlo sentir bien, quitarle algunas cargas diciéndole que no era su culpa y que yo me recuperaría con el tiempo.

Él, Novalee y Brent son mis únicas visitas, y aunque ellos son buenos conmigo, no me quitan este sentimiento de soledad.

Me cruzo de brazos mirando a la psicóloga. Prefiero verla a ella que a mi psiquiatra.

—Llegaron los resultados de los exámenes que te hicimos hace un mes. —Me informa y no entiendo por qué es ella quien me está diciendo esto. —¿Sabes por qué te hicieron esos exámenes? —Cuestiona y yo asiento.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora