XXI

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XXI

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XXI. Religión.



Me hago ovillo en mi cama.

No me gustaba como me sentía.

Y aunque trato de reprimirlo, termino llorando sintiendo como gruesas lágrimas bajan por mi rostro, y estas parecen salir de mi alma, porque por dentro duele, arde y destruye.

Entierro mi rostro en la almohada, quiero que el aire comience a faltarme para que así mi sufrimiento se distraiga. Grito contra la almohada sintiéndome impotente, no echaba de menos esta sensación, y tampoco la quería de regreso.

Mis lágrimas cesan, y lo que sentía parece extinguirse de momento. Limpio mi rostro mojado y me levanto de la cama, no pienso en lo que hago, pero voy directo a mi armario sacando un pantalón de mezclilla oscura y una blusa blanca. Me quito la pijama y me pongo el nuevo atuendo, me calzo con mis converse blancos sucios, tomo mi teléfono el cual se ilumina mostrando que son las 12:23 am y tratando de no hacer ruido, salgo de mi casa por la parte trasera.

No pienso, porque no quiero hacerlo. Tan sólo utilizo la linterna de mi teléfono para alumbrar el sendero que daba al bosque.

Flagstaff está en silencio, o al menos su población humana lo está. Escucho los grillos entre otros insectos, mis pisadas hacen eco en mis oídos y la luna sobre los altos pinos parece murmurar un lullaby.

Sigo avanzando, camino tanto sin prestar atención que sin esperarlo ya no estoy en el sendero, voy vagando sin rumbo profundizándome más en el oscuro bosque. Y no tengo miedo, al contrario, me siento tranquila, alejada de todo.

Escucho el sonido que emite un arma al quitarle el seguro, me volteo alarmada solo para encontrar una el cañón de una pistola apuntando mi frente, pienso en gritar, pero el arma es bajada casi al instante, y solo entonces me percato de que Heber era el que sostenía esa arma.

—¿Se puede saber qué mierda haces en el bosque a esta hora? Estaba a punto de volarte la cabeza. —Dijo guardando su arma.

Y quizá no me sorprendió el hecho de que me hubiera apuntado con una pistola, me sorprendió más que a pesar de que el lugar estaba en total silencio, en ningún momento lo escuché acercarse.

Dejé salir el aire que había retenido. —No te escuché acercarte.

—Años de cazador. —Alardeó. —Has arruinado mi noche de cacería, así que más te vale tener un buen motivo para andar en el bosque tan tarde.

—Creí que cazar por estos alrededores estaba prohibido. —Expuse. —También creí que a tu padre no le gustaba que salieras a cazar solo.

La luz que me brindaba mi teléfono me permitió ver las facciones de Heber, estas lucían tensas, no debí decir eso.

—Sigo esperando una explicación, ¿y por qué luces como que estabas llorando? ¿Te pasó algo?

—Sólo salí a caminar, me perdí y me puse a llorar. —Mentí, aunque era una explicación coherente.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora