XXXIII

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XXXIII

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XXXIII. El Regalo para Hagar.



Veo una de las camionetas negras de los Hagebak estacionada frente a mi casa, Huram ya había llegado por mi.

Recorro el corto camino hasta la camioneta, la puerta del piloto se abre y Huram se baja vistiendo un pantalón de mezclilla oscura con una playera rosa pastel. En un descuidado movimiento pasa su mano por su cabello acomodándolo, mostrando a la vez un reloj negro.

—Hay una situación... —Es lo primero que me dice interponiéndose en mi camino.

—¿Situación? —Repito confundida al detenerme, la camioneta aún estaba a unos pasos de distancia.

—Si, verás, cuando Horem, Hanun y Hiel se enteraron que iría al centro comercial dijeron que me acompañarían para buscarle el regalo a Hagar. —Pausó nervioso, apenado. —Así que me temo que ellos están en la camioneta, van a acompañarnos.

No lo ocultaré, me puse nerviosa al saber que Hiel estaba ahí, tan cerca. No lo había visto desde el lunes y el hecho de que estuviera molesto conmigo empeoraba las cosas, me sentía apenada con él.

—Por mi no hay problema. —Mentí mientras le sonreía. —No te preocupes.

Huram pareció aliviado. —No sabes cuánto me alegra escuchar eso. ¿Nos vamos?

Asentí sonriéndole antes de retomar mi andar. Huram se me adelanta yendo a la puerta del copiloto para abrirla por mi, le agradezco con voz baja y me preparo mentalmente para la situación incómoda que me espera.

—Hola. —Saludo al momento que Huram cierra la puerta. No me atrevo a voltear hacia atrás así que me hago la ocupada abrochando mi cinturón de seguridad.

—Hola Lærke, ¿cómo has estado? —Pregunta Hanun tan educado como siempre. Agradezco que sea él quien me respondió.

—Bien, gracias, ¿y tú cómo has estado? —Repliqué amable.

—Bendecido. —Alcanzó a decir antes de que Huram se subiera a la camioneta.

Antes de que el vehículo se pusiera en marcha se escuchó el tono de una llamada entrante, al parecer era el teléfono de Hanun pues fue su voz contestando la que se escuchó.

La camioneta finalmente se puso en marcha mientras escuchaba a Hanun decirle a alguien que iba de camino al centro comercial, después de decir eso no tardó en colgar.

—¿Quién era? —Se interesó Huram, la radio estaba prendido en una estación de noticias.

—Papá, quería saber si estábamos ocupados. —Les informó a sus hermanos y ahí murió la conversación sobre ese tema.

Afortunadamente Huram inició una conversación conmigo la cual duró hasta que llegamos a nuestro destino, gracias a ello el camino no había sido tan incómodo.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora