XVI

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XVI

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XVI. Pecados Favoritos.



Si creía que los hermanos Hagebak eran groseros y extraños conmigo, no se comparaba con la manera en la que ignoraban rotundamente a los otros chicos.

El único amable como siempre era Huram; Hanun y Hagar a veces intervenían para que su hermano no fuera el único hablando con el resto. Casi me sentí mal y me pregunté cómo es que ellos podían salir con los hermanos Hagebak cuando sabían que estos se la pasarían ignorándolos.

Luego de desayunar regresamos a las camionetas, estuvimos en carretera otros quince minutos pues el hotel en el que nos hospedaríamos estaba más retirado del centro, pero más cerca del bosque y de los lugares que visitaríamos.

Cuando la camioneta se detuvo y vi el hotel pensé en que sin duda no era lo que esperaba. Literalmente era el único en un largo camino en el que solo podías ver altos pinos, era de un solo piso y estaba rodeado de los ya mencionados altos pinos. Tenía el estilo rústico, como si fueran distintas cabañas conectadas. Era un lugar bonito, pero sin duda era todo lo opuesto a la imagen típica de un hotel que traía en mente.

Al bajar de la camioneta Hanun dijo que él se adelantaría para pedir las llaves, el resto nos quedamos bajando las cosas de la cajuela. Cuando iba a tomar mi maleta Hiel se adelantó y la tomó por mí para luego comenzar a andar hacia la recepción. Lo seguí siendo consciente de que los otros también lo hacían, al entrar a recepción Hanun ya venía hacia nosotros y comenzó a repartir llaves.

—Orlando y Acab. —Los llamó entregándoles las llaves.

Luego fueron las tres chicas juntas, después Horem y Huram, Hagar y yo, Heber y Hanun, y al parecer Hiel tendría una recámara para él solo.

—Antes de que haya reclamos les recuerdo que yo sí pagué por mi propia habitación. —Hiel se apresuró a decir luego de tomar su llave.

Comenzamos a andar por los pasillos, todos teníamos habitaciones relativamente cercanas. Cada quien fue a su habitación y así el grupo se separó. Hagar y yo continuamos avanzando hasta llegar a nuestro cuarto asignado, nos adentramos en este con Hiel siguiéndonos, pues traía cargando mi maleta.

—¿Le cargas la maleta a Lærke pero a mi que soy tu hermana no? —Hagar fingió indignación.

—Lærke me trata bien, tú no. —Señaló y Hagar bufó.

—Ya puedes largarte de nuestra recámara. —Lo corrió su hermana luego de que Hiel dejara mi maleta sobre una de las camas. Él no le llevó la contraria y se fue diciendo que no nos olvidáramos de que en una hora nos iremos a los resbaladeros naturales.

En cuanto nos quedamos solas Hagar se acercó a su maleta rosa abriéndola, sacó un traje de baño rojo de dos piezas junto a un short negro y una blusa blanca transparente y ancha. —Voy a cambiarme. —Avisó yéndose al baño.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora