VII

11.2K 1.3K 815
                                    






VII. Primer Turno.



Hiel sale de mi arrancándome un último suspiro.

Estoy sudada, me siento pegajosa y algo temblorosa de las piernas. Y mi reflejo sin duda indica que acaban de darme el mejor sexo de mi vida.

Me tomo un momento viendo como Hiel ata el condón para después tirarlo en el bote de basura. Ninguno de los dos emitimos la más mínima palabra, ignorándolo cierro la puerta y voy a la ducha y abro la llave, el agua no tarda en caer y sin pensármelo me meto debajo de esta. Quería quitarme la sensación pegajosa, y también limpiar los fluidos de mi entrepierna. Cuando Hiel se fuera ya subiría a darme un baño decente.

—¡Hey! —Exclamo viendo como Hiel se integra a mi ducha. No trae puestos sus anillos, y sigue tan desnudo como hace unos instantes.

—Estoy pegajoso y bañado en sudor, lo cual es asqueroso. —Explica empujándome para ahora ser él quien se mete debajo del agua. —Permíteme asearme y me largaré.

Ruedo los ojos pero ya no le digo nada. Me dedico a limpiarme a mi misma viendo su espalda ancha, llena de lunares. En esta misma tiene un par de tatuajes, a la altura del dorsal izquierdo tiene plasmado un león rugiendo, como el de su anillo. Cerca del inicio de su glúteo derecho hay un sol, por último, casi en el centro de su espalda hay una serie de siete círculos negros en hilera que recorren la misma dirección que la columna vertebral.

Hiel termina de asearse y se voltea, por lo que elevo la mirada para verle a los ojos. —Listo. —Dice y de lo único que soy consciente es de lo atractivo que se ve mojado.

Le doy una rápida mirada a los tatuajes en su pecho, a la altura de su corazón, pero en el lado opuesto tiene la letra "H". Cerca de donde inicia su "v" hay dos símbolos que no tenía idea de lo que significaban o en qué lenguaje antiguo estaban (si es que era un lenguaje). En su costado derecho tenía tatuada una llave extraña, de apariencia antigua, y en su costado izquierdo estaba la palabra "Yehudah". En su costilla izquierda estaba la imagen de un pergamino sin letra alguna. Y esos eran todos los tatuajes que logré ver con detalle.

Salgo de mi ensoñación. Yo también ya había terminado por lo que cierro la llave de la ducha. Escurro mi cabello y yo soy quien sale para tomar la toalla que momentos atrás había dejado caer al suelo. Me apresuro a secarme con en esta para después envolverme con ella. Voy a los cajones debajo del lavabo y saco una toalla limpia para ofrecérsela a Hiel que se había quedado dentro de la ducha. Él la toma y primero seca sus rulos oscuros, actualmente lacios debido al agua.

En cuanto se seca recoge su ropa y se apresura a vestir, yo me limito a recoger mi traje de baño y colocarme mis sandalias, claramente yo no me iba a volver a poner ese traje.

Por último Hiel toma sus anillos y se los pone, sólo entonces sus ojos azules encuentran los míos y sonríe de lado.

—Hemos fornicado, Lærke.

—Nos vemos en el infierno, entonces.

Él niega sin borrar su sonrisa arrogante. Yo salgo del baño con él siguiéndome.

—Esto fue sexo sin compromiso... —Comentó y yo asentí sin voltearme, eso era obvio.

—Sexo casual, ambos teníamos ganas y saciamos el deseo. —Expresé llegando a la puerta principal. —Ahora si deberías irte, mi papá Alexander no tarda en llegar. —Avisé.

—Me alegra haberte sido de ayuda para saciar tus ganas. Nos vemos por ahí, Lærke. —Fue su despedida y sin más abrí la puerta para que él se marchara.

Me recargué de la puerta al cerrarla. No llevaba ni dos semanas aquí y ya me había cogido a un tipo del que prácticamente lo único que conocía era su nombre.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora