XXXVIII

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XXXVIII. En la mente del mentiroso.


 En la mente del mentiroso

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Hiel H.

Lærke muerde su labio inferior bajando su mirada a la malteada de fresa que permanece intacta.

Sus ojos verdes tratan de evadir los míos cada vez que nuestras miradas se cruzan y de vez en cuando asiente fingiendo escuchar a Novalee que habla sin parar no dándose cuenta que la danesa la está ignorando.

Era el día viernes 21 de Septiembre, casi tres semanas desde el cumpleaños de Hagar, días en los que lo adecuado había sido darle espacio a Lærke para procesar lo que había visto, aunque dudo que lo haya tomado bien.

La cafetería de la universidad está llena, el bullicio de jóvenes hablando sin parar crea un horroroso ruido que me molesta, la única razón por la que estoy aquí junto a mis hermanos es para mirar a la danesa que luce inquieta.

No luce bien, su cabello está mal recogido, su ropa da a entender que se puso lo primero que encontró (y hasta cierto punto extraño verla con sus overalls), tiene ojeras profundas, y en si, todo su semblante parece apagado, opaco por ya varios días.

Bebo de mi botella de agua, Horem habla de una materia mientras que Huram se queja diciendo que no le gusta del todo. Heber se levanta yéndose ya que su clase está por iniciar y no me sorprende que Dakota se levante de su propia mesa para correr detrás de él. Hagar no está, y Hanun probablemente se encuentra haciendo sus prácticas en la oficina de nuestro padre. Todos mis hermanos pasan a segundo plano cuando Lærke se levanta despidiéndose de su amiga, recoge sus cosas y se lleva la malteada en la mano.

Espero a que salga de la cafetería y me levanto para ir detrás de ella. No doy más de diez pasos cuando Fernanda me intercepta, no me molesto en mirarla.

—Ahora no tengo tiempo para tu parloteo. —Espeto dejándola parada en medio de la cafetería.

Empujo la puerta doble viendo el delgado cuerpo de Lærke yendo al edificio F, la sigo sin inmutarme ante tanta atención femenina.

El edificio tiene muchas entradas y Lærke ingresa por la menos transitada ya que es la más próxima. Desaparece de mi vista y acelero mi paso, entro al edificio viéndola esperar por el elevador. Las puertas se abren y llego a tiempo antes de que estas se cierren.

La danesa me mira sorprendida y la noto tensarse. De cerca luce mucho peor y solo pienso en lo mucho que quiero mimarla.

Deja de mirarme para presionar el botón del tercer piso, ella no dice nada e intenta distraerse bebiendo por primera vez de su malteada.

Las puertas se abren y la sigo, los pasillos son largos y casi no hay estudiantes en estos. Las puertas de los salones están cerradas y cuando pasamos junto a un salón fuera de servicio no dudo en abrir la puerta y empujarla dentro.

HEBER  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora