Capitulo 10

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''El amor ahuyenta el miedo, el miedo ahuyenta el amor. Es algo tan doloroso como placentero. Es un sentimiento agridulce''

Sus verdes ojos estaban clavados en el techo, sus mejillas aún estaban rojizas, sus labios seguían hinchados y húmedos, su corazón estaba bombeando tan rápido, tan fuerte, que casi podría decirse que era el único sonido que se producía en la habitación, además de la agitada respiración que se emitía de la joven. Judith no podía dormir, ni siquiera podía cerrar los ojos. El soldado la había besado, el castaño la había besado... Max la había besado. Estaba absolutamente en shock. Era un milagro que sus sentidos, al igual que sus sentimientos no hubieran colapsado.

Judith Suspiro, pero no un suspiro cualquiera. Era un suspiro lleno de nervios, amor, ansiedad y mucha, sobre todo mucha...esperanza.

Por otro lado el castaño, estaba aun paralizado desde que entro a su opacó cuarto. Sin mover ni un solo musculo, sin pestañar. Parado frente a su cama. Miraba con horror a sus temblorosas manos. No podía creerlo. Nunca... nunca se habría descontrolado de esa manera, de hecho ni siquiera en todo este tiempo nunca tuvo que controlarse, por el solo hecho que siempre estaba tranquilo y disfrutaba de la compañía de la ojos jade. Pero ahora... minutos anteriores, eso había cambiado, para siempre.

Max no tenía algo como sueño, ni mucho menos emoción. Se sentía roto, como si alguien le hubiera dado un fuerte golpe en el estomago. Era algo doloroso sentirlo y aun mucho más doloroso recordar el porqué, ya que después de mucho, pero mucho tiempo, había escuchado la dulce voz de su amada, en el mismo instante que besaba a otra mujer. El soldado sabía que era algo imposible pero así fue, ocurrió como un destello a la velocidad en que sus ojos se cerraron mientras sus labios se entregaban,  por completo a la tentación de Judith.

Pero mientras que besaba a la ojos jade, no solo escuchó en su mente la voz de su amor, sino que también vino acompañada de dolorosas memorias. Todo y cada uno de esos momentos, en que el castaño había compartido con su amaba, se convirtieron en cuchillos filosos que atravesaron y lastimaron su oscura alma. Max con pesadez movió una de sus manos para abrir el cajón, de la pequeña gaveta que estaba ubicada al lado de su cama, para sacar su más grande tesoro. Una arrugada y algo rota fotografía. En ella estaba una hermosa mujer de ojos azules, que estaba siendo abrasada por un hombre. Esa arrugada y pequeña fotografía valía más que cualquier cosa en el mundo, para el castaño...

''¡Max basta!'' Chillo la mujer de cabello rizado y ojos color cielo. Su piel era suave y estaba muy cuidada, su ropa tan refinada como su personalidad. Era tan elegante, tan hermosa. Era perfecta.

''Vamos uno más'' El castaño seguía dándole pequeños besos mientras acariciaba el largo cabello de esta. El hombre amaba el cabello de su novia, tan rizado y hermoso. Amaba todo de ella.

''Tengo que hacer un comercial en unas horas, perderé mi vuelo a Italia'' La mujer trataba de salir de la habitación del hotel, pero su apasionado e insaciable novio no la quería dejar ir.

''No me importa. No te veré en una semana. Quiero tomar todos los besos que no me darás'' El musculoso hombre no quería soltar a su enamorada. De hecho, nunca quería hacerlo. Pero aunque no querían, la pareja de enamorados, tenía que separarse por sus distintos y muy difíciles trabajos.

''P-Por favor'' La mujer soltaba inconscientes gemidos, a causas de las caricias de su hombre.

El castaño suspiro y de muy, pero de muy mala gana la soltó.

Como buen caballero y novio de esta, la acompaño hasta el aeropuerto y de paso compro un boleto para Inglaterra, ya que el también tenía que regresar a su trabajo, que era exactamente en Londres.

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora