''Sólo tristezas nos nublan haciéndonos dudar, sólo tristezas nos visitan y haciéndonos llorar''
Un sol radiante se asomaba con lentitud por la ventana, la comodidad y la acogedora calidez, abrigaban el cuerpo Judith. Poco a poco sus verdes ojos se abren para darle la bienvenida a una nueva mañana. Pero su blanca piel siente no solo el calor del sol, sino también la de un cuerpo. El cuerpo de Max.
Sus mejillas se tornaron rojas, al darse cuenta que aún está atrapada en los brazos del soldado, su pulso acelera al sentir la calmada y serena, respiración del castaño hombre en medio de sus pechos y su corazón se acelera al ver que está en la situación más íntima que ha tenido con un hombre. Con cautela y nervios, trata de mover sus brazos pero los fuertes brazos del castaño, la tienen aprisionada con la suficiente fuerza, pero también con la suficiente delicadeza. La necesidad de levantarse y salir de esa embarazosa postura, de la morena se hizo presente. Intento moverse otra vez, pero los brazos del soldado, se aferraban demasiado, al su delicado y suave cuerpo. Suspiro, resignada y sus ojos verdes se posaron al techo, mientras su mente aprovechaba para viajar. Honesto, pero a la vez reservado...
»Me parece justo, también quiero conocerte« »No es necesario que sepas«
Pacifico pero a la vez descontrolado.
»Me gusta leer.« »¡Mereces morir puto asqueroso!«
Alegre pero a la vez triste.
»Tu comida es deliciosa« »D...Dafne«
Todo eso era Max. Francamente el castaño era como un cuarto con muchas puertas. Las puertas de sus emociones, sus expresiones, sus sentimientos, sus secretos y por supuesto, las puertas que más la intrigaban, pero a la vez, le daba miedo pensar en abrirla o conocer las puertas de su pasado.... Todo era muy confuso para ella. Entonces en ese momento Judith, se sintió mal al recordar. Su corazón se oprimió al recodar lo ocurrido la noche anterior. Al recordar el dolor que ocultaba los ojos cafés del soldado y la tristeza que se sentía en sus susurros. »¿Quién era esa mujer que Max llamaba?« Aunque después de todo, Judith también se preguntaba cómo es que consiguió el castaño, dinero para tales lujos en que vivía? En que trabajaba y lo más importante... »¿Por qué no quiere decirlo?«
Cansada de pensar, cerro sus ojos y suspiro con pesadez, poniéndole fin a su búsqueda por respuestas. Respuesta que ella misma, sabía que iban hacer difíciles de encontrar o en los peor de los casos, nunca las iba a encontrar.
Las necesidades fisiológicas de la morena se hicieron presente y ahora de verdad era necesario, moverse. Levantarse.
''Max—'' Lo llamo sonrojada por aún tenerlo encima. El castaño no solo se sentía como una roca, también dormía como una.
''Max necesitó, levantarme'' Hablo más alto, pero este ni quiera se movió. Asombrada por el profundo sueño que se encontraba el soldado, respiro hondo, ya que no estaba acostumbrada hacer fuerza y mucho menos muy temprano en la mañana.
Gimió en silencio al retirar el pesado brazo del solado de su cintura. Aliviada, salió de los brazos de Max y camino en zancadas hacia el baño.
Cinco minutos después, la ojos jade, salió del baño, mucho más aliviada.
Judith volvió a entrar al cuarto opaco del castaño, para cerciorarse que él aún dormía. Efectivamente Max, aun dormía sin ningún signo de levantarse. Casi pareciera, que no había dormido en días y aunque la ojos jade no sabía, así era.
Embelesada por la belleza del hombre, Judith no pudo evitar volver a entrar al opaco cuarto de este y sentarse en el suelo para observarlo. Tenía mucha vergüenza sentarse a su lado, además no quería correr el riesgo de que él sonámbulo castaño, la volviera atrapar entre sus brazos.
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Las memorias de Max
RomanceAquí no hay lugar para el bien. Dos personas desdichadas que trabajan para la felicidad ajena ¿Podrán encontrar su propia felicidad?