Capitulo 25

620 38 83
                                    

''Este amor que me puso de rodillas, en el lecho de mi muerte mi corazón te espera''

La morfina aliviaba la herida, pero de cierto modo el dolor seguía intacto.

Suaves suspiros eran producidos por un corazón completamente roto y devastado. Ojos color jade se negaban a ver la trágica realidad del presente. A regañadientes se levantó el telón lleno de desesperación y tristeza. Entre pequeñas y lentas secuelas, pasos a su alrededor resonaron con fuerza. ¿Quién era? Una aguja perforo su piel, haciéndole daño. Al ejercer fuerza para girar su rostro el dolor físico volvió a retrasarla. Las secuelas se volvieron pequeños recuerdos. Vacías lágrimas intentaban salir. Inhalo fuerte. Los recuerdos se prologaron hasta el último minuto donde mantuvo consiente. Ahogo un gemido hundiéndose en su miseria. Si esto era un sueño, ya no quería dormir. No quería esto.

''Ya despertó'' Se percató que el ritmo cardiaco de la joven había acelerado repentinamente ''Tranquilícese por favor, ya asusto a mucha gente y me incluyo entre ellas''

''¿Huh? ¿Qué pasó?'' Ahogo un gemido. ¿Cómo había llegado nuevamente a su habitación?

''Usted se desmayó ¿No lo recuerda?'' Le estaba administrando el analgésico. ''No tenía permitido caminar ¿Por qué lo hizo?, por suerte no llego tan lejos y no perdió mucha sangre''

''¿Sangre? ¿De qué habla?'' Trato de recostarse pero un dolor agudo la detuvo. Bajo la mirada hacia su pecho. Trato de arrastrar con sus dedos hasta su vientre pero le fue imposible. El cansancio era gigantesco. Otras secuelas llegaron a su cabeza. Recuerdos donde al momento de levantarse del suelo sangre se esparcía al costado de su estómago y donde gotas rojas eran el rastro que dejaba su miserable intento por perseguir al...

Un furioso portazo la sobresaltó.

''¡Habla de que tú expusiste tu vida por un jodido viejo!'' Un rugido salió del hombre quien vestía traje y corbata.

''Estefan...'' Arrugo el gesto. ¿Qué hacía aquí? La migraña regresaba a todo fulgor.

''¡¿Pero que tienes en la cabeza? ¡¿Aire?!'' Cuestiono lleno de ira.

''La hora de visita se acabó señor Slade, retírese'' Un hombre de bata blanca entro en escena.

''¡Demonios! ¡No! ¡No me iré George!'' Lo miro de reojo ''¿Dónde se fue esta vez? ¿Cómo se le ocurre irse dejándote en este estado? ¡Esto por su puta culpa! ¡Joder!'' Volvió a dirigirse a la mujer de pálido aspecto.

''¡Basta!'' Lo jalo del brazo ''El hecho de que seas mi cuñado no te da el beneficio de entrar a las habitaciones de mis pacientes para gritarles. ¡Ahora vete!'' Gruño enojado por la insolencia del joven.

Intercambiaron miradas, ambos furiosos.

''Bien. Pero me quedare afuera. ¡Nadie en este maldito hospital me moverá del pasillo!'' Advirtió para luego marcharse, no sin antes azotar con fuerza la puerta de la habitación.

''No le preguntare porque estaba gritándole, ni mucho menos cuál es la relación entre ambos, pero mil disculpas por el comportamiento de mi cuñado. A veces puede ser tan grosero...'' Suspiro agotado.

''Descuide, él es así...'' Apenas se alcanzó a oír.

''Soy en doctor George Hoffman. Debo admitirlo, no me imagine que lo primero que haría al despertarse, luego de dos días fuera arrastrarse hasta la recepción '' Comento ceñudo.

Con un excelente trato hacia sus pacientes y con un estricto carácter en algunas ocasiones así era conocido el hombre de ojos grises y con peculiar lunar en el rostro. Aunque ciertos mechones blancos delataban su madures, señor Hoffman aún conservaba algo de gracia y de cierto modo atractivo. Llevaba la misma cantidad de años casado como los años que empleaba siendo médico. Era difícil equilibrar su tiempo fuera y dentro del hospital, pero alguna forma lo lograba.

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora