Solo en silencio, en tranquilidad.
El sol era la esperanza. Cuando emergía entre los cielos, era como si fuera otra oportunidad de redimir los pecados, incluso siendo pecados inocentes e inconscientes de su procedencia. Ese alguien quien disfrutaba del silencio matutino, observo con cautela y miedo por la diminuta abertura de la única ventana sin ladrillos dentro del viejo y polvoriento ático, en donde se encontraba oculto. Se mostraba ante él, un grupo de niños riendo mientras corrían entre los árboles que se situaban a cierta distancia de la vieja casa. Al parecer estaban jugando. Los ojos del pequeño observador brillaron emocionados, el juego parecía divertido. Fuera de la vieja casa o de algún otro refugio donde ameritaba obligatoriamente esconderse, se consideraba absolutamente prohibido para el infante. Siendo solo un niño de siete años, el peso que se hacía en sus hombros era gigantesco. Ese amargo sentimiento obstruía a su corazón puro, mas sin embargo no podía hacer nada para evitarlo. Renegado siguió mirando a los niños jugando, teniendo celos de aquellos privilegios que no le fueron otorgados. Un suave picoteo capto su atención. Su vista regreso hacia el vidrio de la ventana. Una paloma estaba tratando de entrar o eso le daba a entender al niño. Más rápido que nunca, unas pequeñas manos intentaron abrir la ventada. Para su desdicha no pudo, ya que estaba cerrada por fuera. En un triste suspiro, observo como el ave retomaba su vuelo entre el extenso cielo. Por primera vez en su corta vida, anhelo ser esa paloma. Ser libre, divertirse, ver el mundo. Tan pronto como ese egoísmo invadió su pecho, llego otro. La culpa. No podía ser tan codicioso, tenía que recordar sus valores. Los principios que se les fue enseñado por su madre.
Dejando sus deseos a un lado, tomo el pedazo de pan de la bolsa que se hacía en su regazo. Mientras saboreaba, intentaba controlar su fuerte impulso de comérselo todo, ya que tenía que guardar para los siguientes días. A su edad tan temprana tenía que equilibrar sus emociones. Un lado de él quisiera huir de la casa, comer lo que sea y divertirse como cualquier otro niño y por el otro era de mantenerse calmado dentro del ático, ser paciente por la espera de su madre y no ser una molestia para nadie. Sus pobres sentimientos nunca podían salir a la luz. No era justo para su nana, para su madre o quien por medidas extremas se encargaba de cuidarlo. En un frágil sollozo, el sonido del movimiento de la vieja perilla se hizo presente. De forma silenciosa se encontró con la deidad en persona. Sus mejillas se llenaron de lágrimas a la misma velocidad, en la que corría para finalmente abrazarla con toda su fuerza. Su mundo, su entorno, todo a su alrededor se ilumino por completo. Toda emoción oscura desapareció entre los cálidos besos y mimos de la hermosa mujer. ¿Dos? ¿Tres? Ambos habían perdido la cuenta de la cantidad de meses sin verse. La larga espera, había valido la pena. Sin duda alguna, la mujer llorando de la felicidad le preguntaba si fue buen niño y si había alimentado correctamente, el niño mintiéndole en la última pregunta le dijo sonriente que estaba perfectamente bien. De cierto modo era así. Ya nada faltaba, nada malo iba a pasar, en brazos de su madre... era completamente feliz.
¿Algún vecino? ¿Algún gánster? ¿Quién? Nunca dejaron sospechas. Entonces ¿Qué hubo mal?
Unas pequeñas manos manchadas de sangre, acompañada de desesperadas lágrimas le suplicaban y jalaban, de la chaqueta oscura de aquel hombre quien sonría viendo como el rostro de la mujer perdía su color natural. Ejerciendo aún más fuerzas alrededor del delicado cuello, provoco que esos opacos ojos azules se voltearan, demostrándole así su rendición. Las suplicas del infante se volvieron en desgarradores gritos. Con una absurda y minúscula fuerza, intentaba detenerlo. Cuando una gota rojiza salpico sobre sus manos, una enorme repulsión hizo que él dejara hacer presión en la garganta de la pelirrubia y posteriormente la misma se desplomo en el frio suelo. El niño incapaz de quedarse quieto acudió a su madre quien no dejaba de toser mientras recuperaba su débil aliento. Luego de limpiarse, el infame y cruel hombre observo la melancólica escena llenándose de ira. Dispuesto a no dejarlos con vida levanto su arma y preparo el gatillo, queriendo ponerle fin a toda la basura que presenciaba. El niño sin vacilar se puso de pie, convirtiéndose en el escudo de su madre. Los errores cometidos tenían sus consecuencias, los secretos tenían sus sacrificios y una pequeña imprudencia tenia consigo la muerte. Unos temblorosos pero cálidos brazos acogieron al pequeño. Ahora la mujer, era quien suplicaba misericordia. No por ella, por su hijo. Lo único importante y bueno para ella, era la vida de su hijo nada más. Con el rostro lleno de sangre y lágrimas, rogaba piedad por lo único que amaba. El odio y el asco crecieron aún más. El despiadado aborreció el hecho de que ella, no suplicaba perdón al haber escapado de su jaula o por mentido sobre cuyo aborto nunca fue hecho y escaparse con un niño cuya existencia no tendría que tener. La mujer grito horrorizada. Un disparo hizo eco en la habitación. El hombre de oscura vestimenta se hacía en el suelo con una bala en la sien. Los ojos de la mujer se ensancharon mostrando un miedo como nunca antes. Fríos ojos azules la observaban desde el portón de la puerta. Un charco de sangre junto a un cadáver separaba a madre e hijo del verdadero monstruo. Una media sonrisa produjo el hombre de traje y corbata, al percatarse que era lo que intentaba proteger la mujer. El hombre que la compro, su dueño, quien la convirtió su prostituta personal. Más asustado y confundido, se encontraba el niño que a través de los dedos de su madre, tuvo la desgracia de cruzarse con la abominable mirada del verdadero demonio. El mal en carne propia, estaba frente a ellos disfrutando de sus expresiones desesperadas. Los golpes, el disparo en el hombro y cada gota derramada de sangre no fueron nada.
El verdadero sufrimiento estaba a punto de comenzar.
Estas son las memorias de un Asesino.
#Nota: Les pido paciencia, ya que no tengo mucho tiempo para escribir. He de confesar que extraño mis días como estudiante, cuando mi única preocupación era si mi maquillaje o mi cabello estaban arreglado. Pero bueno, también estoy contenta siendo adulta, con todo y sus desventajas. ¡Muchas gracias por sus comentarios, alimentan mi devoción por la escritura! ¡De verdad gracias por su apoyo!
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Trujillo J.
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Las memorias de Max
RomansaAquí no hay lugar para el bien. Dos personas desdichadas que trabajan para la felicidad ajena ¿Podrán encontrar su propia felicidad?