Capitulo 2

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''Un corazón ciego, no puede ver el alma de un amor dispuesto''

 ''Hombre consíguete la tuy...''El borracho no pudo terminar la frase, ya que el castaño le propino un fuerte golpe directo en la cara. Cayendo desplomado al piso, al ojos cafés no le importo  y fijo nuevamente la mirada a los ojos jade.

''¿Estas bien?'' Pregunto preocupado ''Judith'' La llamo, pero nuevamente no tuvo respuesta.

La morena no dejaba de temblar. Imaginar el resto de la noche sin la intervención del castaño la aterrorizo por completo. ¿Cuánta mala suerte puede tener? se sentía mareada, estresada, ofuscada, todo lo que había pasado en solo una noche. ¿Dónde dormiría? ¿Dónde viviría? ¡Por todo lo santos estaba en la calle y a punto de ser violada! ¡Mas eso la cereza del helado la deudas! ¡Todas las deudas que les faltaban por pagar! Ahora que quedo sin apartamento, ¿Dónde encontraría otro? Ese había sido su hogar por más de tres años, sin embargo ahora ya no lo era. Entonces ¿Qué haría? En estos momentos alquilar un apartamento le resultaría imposible, su sueldo no da para eso. Los impuestos, deudas, cuentas por pagar...

''¡Oye! ¡Judith!'' La volvió a llamar pero ella cerró los ojos.

Max la tomo en brazos, antes que su cabeza chocara contra el piso. Se había desmayado.

El hombre la miro a ella y luego a la gastada maleta que la acompañaba. No tuvo que pensar mucho para saber lo que pasaba. Existía dos opciones, o sus padres o su novio la había echado de la casa. Sin saber que hacer tomo la gastada maleta, colgándola sobre sus hombros y como si fuera una muñeca de porcelana, tomo en brazos a la morena, llevándola a su departamento.

No era  lujoso, ya que él no necesitaba tantas comunidades, pero tenía las necesarias para él. Aunque tenía dos recamaras, decidió recostarla en su cuarto, ya que la otra estaba llena de cajas de la mudanza.

Por unos minutos miro detalladamente el rostro de la joven. Inconscientemente le acariciaba el negro de su sedoso cabello. Si, ese negro que lo hacía recordar, lo hacia viajar a esos oscuros pero ondulados cabellos que pertenecían a su amada.

Su corazón se estrujo al entrar en aquellas mórbidas memorias.

Ella está muerta, y nunca regresaría.

Se obligo a el mismo a soltar el cabello de Judith y obligo a sus pies a alejarse de ella.

En la sala, sus pensamientos lo seguían traicionando.

''¿Por qué la has ayudado?'' La voz de su conciencia le pregunto refiriéndose a las ojos jade.

''Tenía que hacerlo. Se ha desmayado y no podía dejarla ahí. Podrían hacerle daño''

''¿Y? Ella se podría enojar''

''Ella no se puede enojar''

''Si, si puede'' Escupido con odio.

''No, no puedes. ¿Sabes por qué? Porque ella está muerta'' Cerro sus ojos con dolor y al abrirlos se encontró con el techo junto a la melodía de sus agitados pulmones.

Había tenido otra vez una de sus inexplicables pesadillas. Otra vez conversando con su conciencia, una versión de él más joven. Recuperando el aliento miro el reloj de la pared. Eran las cinco de la madrugada. Ya no tenia sueño. Resignado, tomo de sus bolsillo unas pastillas para dormir y se tragó dos, para obligar a sus ojos a cerrarse.

No quería recordar, no quería pensar. Aunque fuera unos instantes  solo.... quería olvidar.

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''¿Dónde estoy?''

Se encontraba en una habitación con colores opacos. Simple, muy simple para su gusto. Incluso podría jurar que este departamento era nuevo. Veía algunos muebles forados con plástico y cajas sin desempacar.

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora