Capitulo 20

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''La pasión para un hombre es un torrente; para una mujer es un abismo''


 Soñolienta arrastraba a sus pies, sintiendo el peso de su cuerpo el doble.


Una agotada joven de ojos jade, había llegado a New York tomada de la mano de su atractivo novio de ojos cafés. La turbia, pero amorosa pareja habían tomado el único vuelo disponible para que por lo menos estuvieran cerca de su destino, el cual era el departamento que compartían en Chicago. No obstante anteriormente de haber tomado el vuelvo a New York, habían tenido que bajar en Massachusetts por problemas climatológicos. Luego de cinco horas de espera, retomaron su viaje hasta llegar, ahora en donde estaban. El aeropuerto Internacional de la Guardia de New York.


''¿Quieres algo de comer?'' Le pregunto, guardando su pasaporte en su bolsillo trasero.


''Mmm-Hmm'' Murmuro decaída, tomando su maleta.


Rápidamente al tomar la maleta, la fuerza de la gravedad fue en su contra y ejerció peso y fuerza, para que la joven le hiciera imposible levantarla.


Las fuerzas de Judith, la habían abandonado o simplemente agotado.


El hecho era que Judith estaba despierta, por suerte y no estaba segura de estarlo en los próximos minutos. Los cambios de horarios, los vuelos prolongados y las largas horas, sentada en una fría silla, habían consumido por completo la energía de la joven.


''Dame aquí'' Max tomo la maleta y aprovechó para besarla rápidamente en los labios.


Judith cansada, forzó con las pocas fuerzas que le quedaban una sonrisa.


''¿Cansada?''  Observo ojos verdes de su novia, apagados.


''Mucho'' Se llevó las manos al cabello ''Max, esto de ir en avión de aquí a allá me tiene muerta'' Dijo en un suave susurro.


Max la miro preocupado. Para él sin duda alguna, Judith era delicada, frágil y vulnerable.


''Ven'' Volvió a tomar su pequeña mano ''Aquí dentro del aeropuerto ahí hoteles, podemos descansar por hoy'' Observo su reloj de muñeca. Eran cerca de las cinco de la madrugada.


''Mmm-Hmm'' Es todo lo que pudo decir, antes de que su ojos desistieran de estar abiertos.


Max rápidamente pago con su tarjeta de crédito la primera habitación, en que la recepcionista del hotel le ofrecía y en grandes zancadas logro llegar al ascensor, con tres maletas y con su novia en brazos. Un hombre el cual era un «Botones» del hotel, logro llegar antes que el ascensor se cerrara, ayudando así, al ajetreado castaño.


''Gracias. Puedes dejarlas ahí'' Le indico Max, al empleado del hotel mientras depositaba a Judith en el primer sillón que observo.


Luego camino hacia la puerta, donde «Botones» lo esperaba de pie.


Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora