''El cálido Otoño, no entra en el frio de un corazón lastimado''
Septiembre veintitrés, en una tranquila tarde de otoño específicamente en la ciudad de Ilinois, Chicago, se encontraba en un no muy concurrido parque un hombre. Sentado en una banca, aspiraba hondo, tratando que por los menos en sus pulmones o su piel, pudiera de sentir la calidez del día. Pero nada. Era el mismo resultado. Había pasado ya cinco meses desde que había llegado a la cuidad y sentía que estaba caminando en círculos.
El hombre cerraba los ojos, para que aquellos tormentosos recuerdos, se alejaran de su mente. Aun con algunas personas pasando o corriendo a su alrededor, se sentía solo. Horriblemente solo. Pero... ¿Él que podía hacer? Tenía más dinero del que podía gastar en sus cuentas bancarias, gracias a su labor en el FBI. Si, hace cinco meses atrás salió de un edificio, arrestando a los traficantes de personas, cuyos eran sus antiguos jefes. Aquellas personas que lo hundieron en la oscuridad del odio dentro de sus corazones. Esa mañana de mayo, periodistas, policías y medio servicio médico estaban esperándolo, a las afueras del edificio. Para todos él era un héroe, un valiente. Pero no tomaron en cuenta que además de los criminales quienes estaban a sus espaldas, en sus brazos se encontraba alguien. Se encontraba una persona. En los brazos de aquel hombre se encontraba una mujer. Aquella mujer que él conocía, que él había besado incontable veces y que él había compartido, muchas de sus noches con aquella hermosa mujer. Mujer cuyos ojos azules no se podían apreciar ya que estaban cerrados, cuya sonrisa lo hipnotizaba, pero no se mostraba en el rostro de la chica. Su piel estaba blanca, mas blanca de lo normal, el frio la abrigaba y la sangre la impregnaba. Si, aquella, mujer que por más de tres años amo... Estaba muerta entre sus brazos.
Con el ceño fruncido, su mente inconscientemente viajaba a sus dolorosos recuerdos, cuando en ese momento escucho una voz, que lo hizo dejar de fruncir su ceño y abrir sus cafés ojos de sorpresa.
Esa voz, esa femenina voz, lo estaba llamando.
''¡Max!'' Volvió a gritar la desconocía mujer.
Sus ojos buscaban aquella, mujer que lo llamaba con tanta familiaridad. Pues su nombre completo era Maximiliano, pero todos los que lo conocían lo llaman Max. Sin embargo, esa voz, esa femenina voz, Max no la conocía. Entonces. ¿Quién era? Se preguntaba, mirando a sus costados.
''¿Dónde estás Max? ¡Max! ¡Max!'' Volvió a escuchar el grito de la mujer, pero ahora más desesperado.
Alarmado, Max se levantó y comenzó a caminar por donde se escuchaba más fuerte la voz de esa misteriosa mujer. La curiosidad aumento, a la vez de los gritos de aquella mujer, que Max aun no encontraba.
Seguía caminando, hasta que una pequeña de bola de pelos, color café corrió hasta llegar a él y se escondió a sus espaldas. El pequeño cachorro chau chau movía su pequeña colita de un lado a otro alrededor del hombre, quien este no pudo evitar que se le escapara de sus labios una sorda risa. Risa...hace mucho tiempo que no sabía lo que se sentía, pensó Max, agachándose a la altura del pequeño perro.
''¿Te has perdido?'' Pregunto Max acariciándole el pelaje del canino color café, que casualmente era el mismo color de sus ojos. El perro movía su colita complacido por los mimos del hombre y lamia la palma de la mano de este.
''¡Max! ¡Te encontré!'' Volvió a escuchar la voz de la desconocida mujer y cuando Max alzo la vista para averiguar quién era, unos delicados brazos lo envolvieron.
Estupefacto su mente quedó en blanco, pues por esos miles segundos que pasaban lento ante sus cafés ojos, solo pudo ver el largo y lacio cabello negro de la mujer.
''¡Oh! Lo siento'' Balbuceo la chica separándose de Max. ''No quise abrasarte Digo eem... fue por la emoción'' seguía hablando. ''Es que se me extravío y no lo encontraba. Gracias'' En cuanto se separó por completo, pudo ver mejor su rostro.
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Las memorias de Max
RomanceAquí no hay lugar para el bien. Dos personas desdichadas que trabajan para la felicidad ajena ¿Podrán encontrar su propia felicidad?