Capitulo 4

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''La pureza puede ablandar a un corazón, pero la curiosidad puede endurecerlo''

''¿Nombre completo?'' Pregunto la ojos jade a lo que el castaño sonrió. La morena de verdad amaba esas pocas, pero muy únicas veces que él sonreía.

''Maximiliano Cumbert'' Hubo momentánea pausa ''¿Y tú?''

''Judith Haus''

''¿Edad?''

''Treinta y siete'' Respondió Max terminando de desayunar y sin darse cuenta la morena casi se caía de la silla, donde estaba sentada.

¿Treinta y siete? ¡Debía ser una broma! Y una de muy mal gusto. El hombre no aparentaba tal exagerada edad, podía creerle hasta los veinte casi treinta pero ¿Treinta y siete? No, debía de ser una mentira, una muy real mentira, Max...era muy apuesto, su rostro no mostraba ningún signo de vejes, incluso su sedosos cabellos castaños no mostraban, ni una sola cana. Entonces, ¿Cómo podía tener tal  edad si su apariencia aparentaba juventud?

''¿E-enserio?''

''Claro'' Respondió encogiéndose de hombros, dado que él no entendía porque la ojos jade, no le creía. Él escasamente mentía, pero no le había mentido y no lo iba hacer ahora a Judith.

''Entonces eres mayor que yo'' Murmuro la ojos jade, a lo que él fortachón frunció el ceño.

''¿Que edad tienes tú?'' Pregunto.

No es que entendiera el punto de Judith, pues el ya sabía de ante mano que era mayor que ella. Él lo podía suponer a simple vista, pues la piel de porcelana de Judith la delataba. Max, solo tenía una extraña curiosidad de saber más... de ella.

''Veintitrés''

Que joven. ¿Por qué estaba viviendo sola? ¿Tendrá pareja?

''Max de verdad  que...no lo aparentas. Te ves muy joven'' Comento mirando fijamente cada facción de su cuerpo. Sus fuertes y grandes brazos, su tonificado pecho, sus piernas anchas, su....Oh Dios otra vez su mente viajaba más de la necesaria pensó la apenada Judith y observo sus dedos, para así evitar sus miradas con doble sentido que inconsciente le hacía a Max.

''No hago nada en particular''

''¿Alguna botella mágica? ¿Pastillita poderosa? ¿Nada?''

''Nada''

''Increíble''

''Entonces para ti... ¿No me veo viejo?''

Atónita alzo la mirada y pudo ver la rostro que mostraba claramente diversión por parte del castaño.

''¡No es eso!'' Sonrojada trago hondo. Como siempre  la ponía nerviosa. ''Es que no te ves como un hombre a los treinta''

''¿Y como se ve un hombre a los treinta?'' Pregunto sin entender.

''Bueno...'' Hablo en voz baja  ''Los hombre de treinta se ven...viejos, con barriga de cerveza y a veces hasta calvo'' Comento pensando un todos los clientes que en el bar donde ella trabaja, recurrían con frecuencia.

''No te creo'' Se asomaba una pequeña risa.

 ''¡De verdad! Una vez vino la esposa de unos de los borrachos, buscándolo. ¡La mujer tenía un sartén!'' Estaba contagiada de la risa ''La mujer gritaba ¡¿Donde estas cabron?! ¡Quiero mi quincena y pobre de ti si te la gastaste!''

Judith seguía contándole sus anécdotas laborales y sin darse cuanta dejaron de preguntarse sobre el uno del otro. Simplemente la compañía era suficiente para sentirse cómodos entre sí. Las carcajadas incontrolables de la morena y la pequeña risa por parte del castaño se volvieron el único sonido que se producía con más fuerza en el apartamento.

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora