Capitulo 3

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''Conociendo al hombre cuya alma rota no puede ser tocada por la curiosidad''

''Esta bien''

Estaba a punto de tener un colapso nervioso.

¿Estaba loca? es decir ¿Cómo aceptar la invitación de un prácticamente desconocido? Es cierto que Max, hasta ahora había sido todo un caballero, pero no podía descartar que no lo conocía. De hecho solo conocía su nombre.

Pero aun así....

Esos ojos, esos cafés ojos mostraban tal determinación que era casi imposible negarse a ellos. Bueno que más da, solo le esperaba arriesgarse y ver como resultan las cosas con el apuesto castaño, pensó resignada, aunque algo emocionada.

''Bien'' Dijo el castaño. ''Vamos por tus maletas'' Siguió diciéndole mostrándole toda la amabilidad que era capaz de manifestarle. Max veía a la morena tan nerviosa y tan dudosa que juraría que en cualquier minuto se arrepentiría de su respuesta. Por supuesto que el impediría que ella se retractara, no podía y no quería que una dama aún más si la conocía, pasara algún peligro durmiendo en las calles.

Definitivamente Max se iba a encargar de la seguridad de Judith.

''Yo... solo tengo esta maleta'' Le contesto señalando su gastada maleta que traía sobre sus hombros.

El castaño no pudo evitar fruncir el ceño.

''¿Estas bromeando verdad?''

Judith nego con la cabeza avergonzada.

Max entendió el gesto de la morena y también dedujo que sus demás prendas estaban en el lugar en que la echaron. Si de algo Max sabía muy bien, era cuando alguien era desalojado de su casa, la mayoría de las veces desalojaban a las personas por las malas.

''¿Donde?'' Volvió a preguntar el castaño.

''¿Donde qué?''

''¿Donde vivías?''

''Ehmm... en un edificio a diez calles de aquí'' Le dijo frunciendo el ceñuda. ¿Por qué quería saber?

''Entonces vamos allá'' La tomo de sorpresa de la mano.

El tacto del Max hizo acelerar el corazón de la morena. Ese efecto que el castaño ejercía en ella, se estaba haciendo costumbre con cada gesto, palabra o acción que el hiciera. Sin duda Max, la hacía sentir miles de sensaciones aunque solo fuera el rose de sus dedos.

Entonces también sorpresivamente la morena se zafo del decidido agarre del castaño.

''¡No!'' Le grito de golpe y sus verdosos ojos desviaron su vista para no enfrentar los confundidos ojos cafés del castaño. ''No...'' Dijo más calmada. ''No'' susurro.

''¿Porque?'' Le pregunto el confundido castaño.

¿Por qué? Esas dos palabras se escuchaban como un eco dentro de su cabeza, ya que ella misma trataba de formular la mejor y muy convincente respuesta. ¿Qué podía decirle? Le debo a medio vecindario gracias a mi hermano y si mi casero me ve, no será nada agradable.

Si, Judith tenía miedo al pensar en su casero y los problemas que le ocasionaría a Max, si ellos se encontraran. Definitivamente no quería que el castaño se involucrara en sus asuntos y mucho más si esos asuntos ocasionaran problemas al hombre más amable que hacia conocido.

Max era todo un caballero y lo último que haría era ocasionarle problemas innecesarios.

''Es muy tarde...y no quiero levantar a nadie. Estoy muy cansada'' Le hablaba fingiendo su mejor bostezo. ''Sera mejor que fuéramos mañana ¿si?''

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora