Capitulo 8

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''Una sonrisa es el sol que ilumina la esperanza,  las lágrimas son la tormenta que destruye el corazón y un abrazo es el cielo que calma la tempestad''

''¡Quien es a esas horas!'' Grito enojada la rubia. ''Mi sueño es sagrado asique tiene que tener una buena explicación para...'' Su voz se apagó cuando abrió la puerta de su departamento y se encontró con unos afligidos y verdes ojos. El cuerpo le temblaba a causa del frio de la madrugada y sus mejillas estaban llenas de lágrimas.

''Judith..'' Pronuncio el nombre de su amiga con dolor, al verla en ese estado y no se contuvo en abrasarla. ''Estas helada...'Ven entra rápido'' La tomo del brazo y entraron al departamento.

''Siento...'' Susurro la morena. ''Venir a estas horas....no sabía dónde más ir.'' Su mirada estaba perdida en algún punto de suelo.

''No me importa. Puedes venir cuando quieras'' Se apresuró por decir la rubia, mientras rebuscaba y le traída una gruesa manta, para acobijarla.

''¿Qué ha pasado?'' Pregunto tan directa como siempre, pero no obtuvo respuesta de su morena amiga. ''Judith''

''¿Te ha hecho algo?'' Seguía interrogando a la ojos jade. Pero esta seguía sin hablar.

''Judith háblame, por favor'' Sara se estaba desesperando del silencio que mantenía su morena amiga.

''No...'' Susurro Judith. ''No me hizo nada...''

''¿Entonces?'' Presiono impaciente la rubia.

''No quiero hablar de eso...'' Murmuró ''Podría solo.... Dormir?'' Pregunto ocultando su rostro en sus rodillas y Sara asistió con la cabeza. Era su amiga y no la iba a presionar.

''Te quiero'' Le recordó su rubia y preocupada amiga. Judith solo quedo en silencio sentada en el sillón de la sala y abrasando sus piernas.

El corazón de la ojos jade cada vez se sentía más pesado y quebrado. Su conciencia sabía que había hecho lo correcto, pero sin embargo su corazón clamada por la presencia del soldado. Al no tener a Max, la hacía ver, cual enamorada estaba ella de él. No es que se negaba a admitirlo, es solo que el sentimiento era nuevo para ella sentirlo y enfrentarlo. Aun cuando Judith estuviera aun al lado del castaño, no podía tener alguna posibilidad con él. Ella misma lo sabía, Max, tenía a alguien en su corazón y sobre todo, no la veía como mujer. Pero ahora ya no vale la pena penar en sentimentalismos, ni mucho menos suposiciones. Judith ya no iba a volver a su lado, aunque eso le destrozará el corazón. Era lo correcto estar así.

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''Judit  ¡Buenos días!'' Chillo una pequeña niña de largos cabellos dorados y ojos cielo.

Poco a poco Judith abrió los ojos y le sonrió a la pequeña hija de su mejor amiga. La pequeña Meredith, de siete años de edad.

''Buenos días Merí'' La saludo soñolienta y recostándose en el sillón.

''¿Has dormido bien? Hay cereal para desayunar'' Le hablo Sara mientras le alistaba la mochila de su hija.

Sara era una madre soltera que vivía sola con su pequeña hija Meredith. El padre de la pequeña y ex esposo de Sara, cuidaba de la niña, cuando esta trabaja de noche en el bar.

''Merí ve alistarte, tu papá no tarda en llegar para llevarte a la escuela'' Le hablo a su hija, quien no dejaba de abrazar a la ojos jade. Merí tenía un gran afecto a Judith y que no dudaba en demostrárselo las pocas veces que la morena iba al departamento de su amiga.

''Sí, mami'' Meredith se encamino en pequeños saltitos a su recamara, dejando a solas a Sara y su triste amiga.

''¿Estas bien?'' Le pregunto Sara a lo que la ojos jade solo se encogió de hombros ''Judith tu silencio me esta matado. Si Max te hizo algo te juro que—''

Las memorias de Max Donde viven las historias. Descúbrelo ahora