Mel casi cae de rodillas cuando la vio.
La musa estaba en una esquina de la celda en posición fetal, con sus manos sobre su rostro, se mecía al frente y hacia atrás como tratando de calmarse.
-Daria...
La musa levanto la cabeza y tardo un poco en reconocerla. Se levanto de a poco apoyándose en la pared y se lanzo hacia ella.
-¡Mel! Mel... ¿Qué haces tú aquí? ¿También te han encarcelado?
-No... bueno algo así... pero no es tan... - volvió su mirada a Hades quien estaba a su lado pero algo alejado para que Daria no pudiera verlo. La mirada de Hades fue como siempre, abrasadora.
Mel quiso tener la fuerza suficiente para abrir los barrotes, sacar a Daria de ahí y llevársela lejos, a sus bosques, a donde la pobre musa fuese libre al fin, pero no podía... no era tan fuerte.
-Daria... lo lamento tanto... yo no... no sé que puedo hacer por ti...
-Está bien, está bien... no llores Mel, estoy bien.
Daria, siempre tan orgullosa. Sinceramente Mel la había visto mil veces mejor, pero no le recalcaría eso ahora.
-No puedo traerte comida, si comes algo de aquí deberás quedarte para siempre...
-Está bien – dijo Daria tomando su mano por entre los barrotes – Me basta con tu compañía.
-Daria... ¿Qué sucedió? Lo último que supe fue que ese monstruo de Ares te secuestro... Apolo estaba como loco. Todo el mundo estaba buscándote, temíamos lo peor... pero... bueno, al menos sabemos que estas bien, oh Daria, no puedo ni imaginar por lo que has pasado... mi niña... te prometo que ese desgraciado pagara por todo lo que te ha hecho... Apolo hará que Zeus lo castigue y...
-No... Mel... Ares no me lastimo, él jamás lo haría.
-Pero... te secuestro... y...
-No... él me libero... me ayudo a escapar... aun contra la voluntad de su padre... y.... por eso mismo es que...
Daría miro al sucio suelo durante un instante.
-Yo... no estoy segura Mel... Ares dijo...
-¿Qué? ¿Tú... y Ares? – Soltó Mel aun sin terminar de comprender – pero... pero él... es el dios de la guerra. Hasta donde tengo entendido... tú odias la guerra. Daria... ni siquiera comes animales porque te rehúsas a hacerlos sufrir.
-Lo sé... mas diferentes no podríamos ser... aun así...
La mirada de Daria era dulce cuando hablaba del barbárico dios de la guerra. Melpómene lo había visto, aunque pocas, mas veces de las que quisiera, era enorme, furioso y bastante guiado a la cólera. Ella huía de él siempre que tenía el infortunio de encontrarse en el mismo lugar que él. Y ahora Daria, la musa más... frágil de todas ellas... el hada por todos los dioses... estaba... enamorada del dios de la guerra.
-No lo... comprendo... - soltó Mel.
Daria rio. Una risa cantarina pero baja.
-Ni siquiera yo lo comprendo.
Hades carraspeo, como señal a Mel de que tenían que irse ya.
-¿Quién está contigo? –pregunto la musa.
-Amm... nadie... yo... tengo que irme Daria. – soltó casi poniéndose a llorar de nuevo. – No... no quiero dejarte... pero... pero... iré a ver a Apolo, estoy segura de que no sabe que estas aquí. Te sacara de inmediato de este horrible lugar... aquí... no es lugar para una musa.
ESTÁS LEYENDO
Una musa para el dios del inframundo
FantasyHades haría cualquier cosa con tal de ver feliz a Perséfone, incluso pedir "prestada" a Apolo una de sus musas. Pero más que felicidad Melpomene llevara al inframundo toda su desdicha, algo que Hades encontrará... gratificante.