Un gran paso

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Estaba decidida, haría que Perséfone viera lo hermoso que podía ser este lugar. Haría que esa infame ninfa sacara su cabeza de la tierra y viera lo que tenía alrededor.

Camino con seguridad hasta su habitación y toco la puerta con vigor.

-¡Perséfone! ¡Perséfone!

Pero sus esfuerzos fueron en vano. Perséfone no abrió la puerta.

Frustrada se dirigió al comedor. Lo intentaría mas tarde.

Mel se quedo de piedra cuando la vio desayunando junto a Hades y los demás.

-Mel – la saludo Filie, quien se había apuntado al desayuno junto a ellos cuando Mel profeso lo incomodo que era desayunar sola con Hades y aquellos otros extraños seres.

Mel se acerco en silencio y más despacio de lo habitual. Perséfone estaba en su asiento.

Sonrió y se sentó junto a Filie, frente a Perséfone.

El desayuno estaba más sombrío de lo habitual. Una tensión dificultaba el tragar cada bocado.

-Perséfone... me alegra mucho que al fin te hayas decidido a unirte a nosotros en la mesa. – Inicio Mel.

Perséfone levanto una ceja con ironía.

-Estoy harta de esa habitación. Estoy cansada de vivir prisión. Aunque claro... debo comenzar a acostumbrarme...

La tensión aumento, Mel miro a Hades quien tenía la mandíbula tensa.

-Claro, claro... no deberías pasar el día entero en tu habitación... deberíamos salir hoy... a los campos Elíseos o... por ahí... este lugar tiene cosas preciosas y...

Perséfone soltó una risilla irónica.

-Pues lo dudo...

-Pues deberías intentarlo al menos. – Eso lo dijo Filie y con un tono huraño que hizo que todos en la mesa la miraran.

Perséfone la miro de arriba abajo y abrió la boca. Mel sabía que un insulto vendría así que se adelanto.

-Hades nos llevara al jardín de las hespérides.

Perséfone abrió muy grandes los ojos. Como ninfa, Mel sabía que muy seguramente hubiese escuchado mucho del jardín de Hera, no cualquiera podía visitarlo, sería algo que presumirles a las otras ninfas al volver.

-¿De verdad? – la mirada de Perséfone se poso en Hades un momento. Este asintió aunque algo sorprendido.

-Sí, si... será muy divertido. – Soltó Mel feliz por este maravilloso adelanto.

El desayuno continuo en silencio pero todos tenían ahora un mejor humor y al terminar, Mel, Hades y Perséfone se dirigieron al hermoso pero lejano jardín.

Mel no recordaba que el pasillo fuese tan largo. Y tan oscuro.

Ella iba detrás de Perséfone quien iba detrás de Hades, nadie hablaba por lo que el ambiente era aun más tenso que en el desayuno.

Filie... ¿Qué es más importante que evitarme este desagrado? – pensó Mel.

Filie había argumentado que debía ver a alguien arriba, no dijo a quien y Mel sospechaba que era un gran mentira para no estar junto a Perséfone, era una gran ironía que Filie no la soportara, siendo ella quien era.

Hacía demasiado calor, Melpómene tomo una cinta y ato su largo cabello castaño en una coleta sobre su cabeza.

Al fin vio la enorme puerta hacia el jardín. Hades la abrió y dejo entrar a Perséfone, después paso Mel, no pudo evitar sonreírle con emoción. Ya estaban ahí, Perséfone había aceptado estar con él.

Hades hizo una mueca que Mel acepto como sonrisa y se adentraron al hermoso jardín.

El sol... el sol de verdad. Mel dejo caer su cabeza hacia atrás para que los rayos del sol la abrazaran. Se alejo un poco de ellos para darles privacidad si es que a Hades se le ocurría decir algo.

Pero no paso, Perséfone lucia feliz viendo las flores y el manzano pero lejos, muy lejos de Hades.

Mel se acerco a él.

-Bien, acércate, dile algo. – susurro.

-¿Cómo qué?

-Ay... yo que se... que sus ojos son hermosos... que es la criatura más perfecta que ha pisado la tierra... tonterías como esas.

-¿Y crees que no le han dicho eso antes? – soltó Hades en un susurro.

-Cierto... ni siquiera Apolo logro convencerla con falsos halagos... mmmm ¿sabes algo de flores?

Hades miro a Perséfone... se acerco ante la mirada de Melpómene y soltó:

-¿Sabías que... la mayoría de las flores son venenosas si se ingieren? A los mortales... bueno son letales... algunas curan sus enfermedades pero... si se pasaran solo un poco... Thanatos iría por ellos... sin remedio.

Perséfone lo miro y asintió... se dio la vuelta y continuo viendo las flores.

Hades regreso junto a Mel quien lo miraba como si le hubiese gritado a Perséfone que era horrenda. Para el caso, hubiese dado lo mismo.

-Y... Hades – soltó muy alto para que la ninfa la acuchara. - ¿Cuál es tu flor favorita?

-¿Qué?

-La flor, la que más te guste... y por qué...

-Yo... yo creo que... la... la orquídea... es... elegante y... huele... muy bien...

Mel sonrió, habían captado la atención de Perséfone.

-A mí me gustan las...

-Yo adoro las violetas – interrumpió Perséfone. – Su olor es maravilloso, daría lo que fuera por poder oler una ahora.

-¿Ah, sí?

Siguió una larga lista de flores, sus colores y sus aromas por parte de Perséfone. Hades y Mel terminaron hastiados de flores pero Perséfone se veía contenta.

Cuando la ninfa los dejo un rato para charlar con las tres hermanas sobre, que curioso, flores. Mel y Hades se sentaron un momento cerca de un riachuelo.

La musa levanto la vista y saludo al sol.

Hades estaba un poco detrás de ella, su cabello recogido dejaba su espalda al descubierto, su piel sedosa, del color del chocolate. Y sus cabellos volando al viento, unidos por esa cinta color rosa. Sonrió sin proponérselo.

-Buen plan... debo admitir. – soltó en voz baja.

-Sí, se me ocurrió de pronto... tal vez la próxima vez acepte venir solo contigo y... lamento tutearlo... es que... creo que así ella entrara en confianza... ¿entiende?

-Está bien.

Mel se volvió de nuevo hacia el sol.

-Iré a casa pronto. – le soltó, con una mirada de amor total.

Hades bajo la propia deseando que un día, la ninfa lo mirase igual.

El camino de regreso fue eterno para Mel, escuchar a la ninfa hablar de flores el día entero era demasiado, solo quería dormir. Al parecer, ni ella ni Hades tenían permitido hablar cuando Perséfone tomaba la palabra, por él estaba bien, no le gustaba mucho hablar pero Mel estaba acostumbrada a participar en las charlas.

-Bueno... mi habitación esta por allá, me encantaría seguir hablando sobre las... flores, pero necesito un baño y... descansar... los dejo...

Sonrió al ver la expresión de Hades. No supo si fue por el hecho de quedarse solo con Perséfone o seguir escuchando sobre flores.

Con lo que respectaba a Mel el día había acabado para ella. Tomo un largo baño y se metió en la cama. Solo para despertar un par de horas después con alguien tocando a su puerta.

Se levanto algo adormilada y abrió.

-¿Hypnos?

No, no era Hypnos... él no usaba la barba tan larga...

-Oh dioses... eres tú...

Mel dio un paso atrás, la mismísima muerte estaba frente a su puerta. 

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora