Un paseo nocturno

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Melpomene permaneció en su habitación durante dos días enteros, no tenia caso continuar con esto, ella jamás podría hacer que una mujer como Perséfone amara a un hombre como Hades, ni a ningún otro. ¿Cómo se había atrevido siquiera a pensarse tan grandiosa? ¿Amor? Ese era trabajo de Eros, Anteros... ella se limitaría a inspirar la tragedia, el desamor, el odio y la desilusión...

No, ya no se dedicaría a nada, estaría encerrada en el inframundo el resto de sus días...

Severos golpes aporrearon la puerta. Ella permaneció ahí, tirada sobre la cama, con gruesas lágrimas derramándose sobre la almohada.

Como extrañaba a Talía... a todas sus hermanas, a Apolo... la luz del día...

La puerta fue aporreada de nuevo.

La ignoro. Se irían tarde o temprano, Momo había estado ahí, también Filie, incluso Hypnos había ido...

-¡Melpomene! – la voz de Hades retumbo en la habitación.

Ella se dio la vuelta sobre la cama dándole la espalda a la puerta.

-¡Melpomene abre la puerta! ¡Es una orden!

Escuchaba los gritos de Hades, los murmullos de Momo y Filie, de a poco se fueron haciendo mas y mas lejanos mientras la oscuridad se la tragaba.

Abrió los ojos en la completa oscuridad. Aquí... la oscuridad de la noche era absoluta. Arriba, a pesar de ser de noche siempre se podía ver algo. Aquí no... todo era solo... negrura...

Se levanto, estaba tan débil... no había inspirado en más de una semana, no había comido nada en casi tres días.

Abrió la puerta y comenzó a caminar sin rumbo, a donde quiera era lo mismo, solo oscuridad.

Siguió un camino de hongos que brillaban en azul iridiscente y por primera vez vio el inframundo por la noche.

Era... brillante. Todo el lugar brillaba en iridiscente, con miles de colores distintos. Las plantas y los insectos brillaban en la oscuridad igual que estrellas.

Camino hasta cansarse y se sentó en una enrome roca. Se permitió no pensar, no pensar, solo, admirar ese hermoso mar de oscuridad con destellos brillantes.

De pronto algo más brillo en la oscuridad. Un par de luces amarillas. Dos pares de luces amarillas. Tres pres de luces amarillas.

Le pareció curioso... era como si... la observaran...

Luego vinieron los dientes.

Tres enormes juegos de molares babeantes justo frente a ella.

De la oscuridad salieron tres enormes y fieras cabezas de perro dispuestas a devorarla.

Se quedo inmóvil. Esperando el ataque.

Vio como se acercaban a ella, por todos lados. Esperaba la mordida en cualquier momento pero sintió la enorme nariz de una de las cabezas humedecer su mejilla. Parecían curiosas.

Sintió otra nariz olfatear su brazo, la del medio se mantuvo alejada.

Sabía quien era, el enorme perro guardián del inframundo famoso por su ferocidad. Quería correr, quería huir pero temía que si daba un paso, solo un paso, el enorme perro la atacara.

-¡Cerbero! ¡Déjala!

Dejo salir el aliento que no sabía que había estado conteniendo cuando el perro dio un paso atrás con las orejas vueltas hacia abajo.

-No, no, aléjate... - soltó el hombre cuando el perro trato de acercarse de nuevo. – Que no ves que la asustas.

Mel se volvió solo un poco, aun pendiente del enorme perro.

El hombre era altísimo, musculoso, llevaba una capa negra con capucha sobre su cabeza que cubría sus ojos, detrás de él, un par de enormes alas negras completaban su perfecta apariencia.

-¡Siéntate! – Le ordeno al can y este le obedeció. Después se volvió hacia Mel con una sonrisa perfecta. - Hola, soy Thanatos.

Mel no lo escucho más. Todo se volvió negro de nuevo.

Abrió los ojos y tanta luz le dio dolor de cabeza.

-Mel, por fin. – escucho la voz de Filie.

-Donde estoy.

-En tu habitación. Mi hermano te encontró casi a punto de ser tragada por Cerbero. Te desmallaste, él te trajo aquí... Hades está furioso.

-Tu hermano...

-Thanatos.

-¿El hombre de la sonris... de las alas? – soltó sentándose y al fin centrándose un poco.

-Así es.

-¿Por qué está furioso Hades?

-Porque intentaste escapar.

-No intentaba escapar.

-¿Ah no? – resonó la fuerte voz de Hades. – Entonces quieres decirme, ¿que hacías en la entrada al inframundo?

Mel lo miro, sus ojos estaban casi negros.

-Filie, déjanos – soltó el dios.

Mel se puso de pie.

-Yo... Salí a caminar... los hongos... seguí los hongos brillantes... no pretendía faltar a mi palabra.

Hades cruzo los brazos sobre su pecho y levanto una de sus negras cejas, como si no creyese nada de lo que le había dicho.

-Estoy diciendo la verdad. Solo salí a caminar. – soltó molesta.

-¿Cómo se te ocurrió, musa tonta, que era buena idea andar por el inframundo tu sola, y de noche?

-No... lo pensé... - Hades bufo - no planeaba alejarme tanto... quede hipnotizada por la belleza del lugar... lo lamento... no volveré a hacerlo...

-¿Sabes la suerte que tuviste? Cerbero pudo haberte destrozado. – al decir esto tomo sus hombros y la sacudió un poco.

-Lo lamento...

La mandíbula de Hades se tenso como si tuviera aun mucho más que gritarle.

La soltó y se volvió.

-Come... no lo has hecho en días... hoy iras arriba, a inspirar.

Mel se quedo de piedra al escuchar esto.

-¿Me permitirás subir?

-Solo un rato.

-Sí, gracias. – sintió la felicidad embargar todo sus ser.

-Y Mel. – soltó mientras traspasaba el umbral.

-¿Si?

-La próxima vez que toque a tu puerta. La abres. 

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora