Desesperación

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Mel jamás sabría como logro levantarse esa mañana para ir a desayunar. Estaba adormecida, como... si todos sus sentidos se hubieran ido muy lejos.

Se sentó con dignidad en la punta contraria a la silla de Hades, esta vez no quería pasar desapercibida. Esta vez quería mirlo a los ojos y quería que se atreviera retarla. Que se atreviera ese infeliz a mentirle de nuevo.

La mesa se lleno y comenzó el tan acostumbrado festín. Todos charlaban unos con otros, Hades parecía demasiado concentrado en su conversación con Thanatos pero aun así le lazaba miradas a Melpómene llenas de confusión.

-Imbécil. – susurro Mel. – Serias un gran actor...

-¿Dijiste algo? – pregunto Filie.

-Nada...

-Te vez tensa ¿Qué ocurre?

-Nada.

Mel sabía lo que ocurría. De vez en cuando... cuando su corazón y su cabeza no podían con tanta tristeza... sus sentimientos se iban.

Era un mecanismo de defensa.

Cuando la oscuridad era demasiado profunda, su corazón simplemente se transformaba en piedra y por un largo tiempo, ella no podía sentir, ni dolor, ni felicidad, ni amor, ni desamor.

Ahora lo único que la mantenía de pie eran su ira y orgullo.

Había sido una tonta por dejarse manipular por Hades pero ahora sus sentimientos ya no estorbarían. Saldría de ese maldito lugar ese mismo día, así tuviera que destruirlo en el proceso.

-Filie.

-¿Si?

-Solo quiero decirte que... siempre serás bien recibida en el monte Parnaso, cuando quieras visitarme.

-¿Te vas?

-¿Te vas? – soltó Momo y como siempre, la burla no tuvo el mas mínimo tacto por lo que todos se volvieron para ver a Mel.

-Si... me temo que mi tiempo aquí se ha terminado. Tomare este momento para despedirme de todos y... agradecer lo buenos que han sido conmigo...

Hades se recargo en la silla y sonrió.

-¿Y cómo harás eso musa? Si no hay puerta, hueco o grieta que te deje salir de aquí.

Todo el comedor se quedo en silencio, Hades hablaba con tranquilidad pero se podía notar que estaba furioso.

Mel sonrió.

-Trata de detenerme.

Las miradas de los comensales iban de aquí para allá, de Hades a Mel y de Mel a Hades.

-No me retes musa, hay aun muchas celdas en el tártaro dispuestas a albergarte. Que quede claro para todos, que en mi reino yo doy las ordenes y nadie se va sin mi autorización.

Mel rio.

Hades se puso de pie con la mirada furiosa pero antes de que pudiera hacer algo Perséfone se levanto también.

-Yo también tengo una noticia que dar. – soltó Perséfone quien lucía radiante y feliz, ignorante de la batalla de poderes entre Hades y Mel.

Los presentes agradecieron este cambio de ambiente y posaron sus miradas en la reina.

-Estoy encinta.

El silencio y la tensión que se vivió durante aquel momento fueron inigualables.

Perséfone sonreía pero Hades aun miraba a Melpómene. La musa bufo y se cruzo de brazos.

-¿De qué estás hablando? – soltó al fin el rey.

-Dije... que tendremos un bebe.

La reina miro a todos con los ojos muy abiertos como si todos fuesen idiotas y no hubiesen entendido lo que acababa de decir hasta que Pasítea la felicito. Filie lo hizo también y de pronto todos los presentes estaban dado las felicitaciones a los reyes.

Mel se levanto y salió del comedor.

Después de unos minutos caminando por el sendero que llevaba a la salida del inframundo Hades apareció frente a ella.

-No sé que fue todo eso pero no te iras de aquí musa.

Mel lo ignoro y continúo su camino. Ya podía ver a Cerbero y un poco de luz filtrarse desde arriba.

Hades tomo su brazo con fuerza.

-He dicho... que no te iras de aquí.

-Me largo... así tenga que pasar sobre tu cadáver.

-Mel... escúchame...

De pronto Thanatos cayó al lado del rey.

-No está, ya he recorrido todo el lugar.

-Lo atraparemos esta noche. – soltó Hades.

Thanatos asintió, abrió sus alas y emprendió de nuevo el vuelo.

-Mel... no se qué está ocurriendo pero esto es grave. No puedo luchar contra eso y contra ti al mismo tiempo. Por favor amor...

-No me llames así. – soltó con los dientes apretados.

-Mel ¿Qué te ocurre? Estas... diferente. Solo dime que ocurre.

Ella estaba sombría y lucia peligrosa, como una cobra a punto de atacar.

-Déjame ir.

-Inténtalo, pero no podrás salir de aquí.

-Entonces me lanzare al rio de Caronte. Prefiero una eternidad como alma en pena que estar un segundo más cerca de ti.

Hades la miro, ya no había luz en sus ojos y su cuerpo estaba tan frio como el hielo.

-Mel ¿que... que has hecho?

Ella le sostuvo la mirada pero no dijo nada más.

Hades la soltó y ella camino hasta la entrada del inframundo en donde por más que trato no logro traspasar el umbral. Hades la miraba desde una corta distancia. Esa no era Melpómene, estaba tan... vacía.

Lanzo un grito de frustración y de pronto, sin que Hades se lo esperara, corrió hacia el rio de Caronte y salto a él.

Hades desapareció justo en el momento para tomarla por la cintura e impedir que su cuerpo se deshiciera en el acida agua del rio de la muerte. La abrazo y desapareció de nuevo para reaparecer en su habitación.

-Mel – comenzó a acariciar sus brazos intentando calentarla. – Estas helada.

Ella continúo sin reaccionar. Comenzó a mirar un punto fijo en la pared.

-Mel... Mel... - Tomo su rostro para encontrar su mirada.

Corrió a la puerta y encontró a su sirviente junto a esta.

-Llama a Hécate.

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora