El jardín de Perséfone

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Regreso cargada de hermosas flores de colores que desprendían maravillosos aromas, Hades llevaba otras tantas. Hacía tiempo que no sonreía pero esta noche sentía que podría hacerlo. En el camino de regreso no hablaron mucho, pero junto a Hades, Mel sentía mucha paz.

Veía las flores y casi lograba visualizar el jardín terminado, seria brillante, hermoso y... para Perséfone... bueno, vaya que iría acorde a la ella...

-¿Sucede algo? – pregunto Hades que iba un par de pasos detrás de ella.

-¿Qué?

-De pronto... entristeciste...

-¿Qué? No... yo... siempre estoy triste – bromeo.

Hades sonrió, solo un poco, y asintió, dando por terminado el tema, algo que Mel agradeció.

-En realidad pensaba en lo hermoso que quedara el jardín de Perséfone.

Mel sonrió un poco. Hacía mucho que no se sentía tan emocionada por algo.

-Ni siquiera sabía que me gustaran las flores y heme aquí, trabajando en un jardín.

-No sé si estas flores sobrevivan aquí abajo así que... trata de no... poner todas tus esperanzas en ellas...- soltó Hades.

Mel lo miro y asintió, de pronto su emoción se desinflo, la oscuridad llego. Era cierto, que tonta había sido... como había podido pensar que flores tan hermosas como esas podrían sobrevivir en aquel inhóspito y oscuro lugar. Seguro todo sería un desperdicio de tiempo. Esta idea era tan estúpida...

-Musa... - Hades la saco de sus negativos pensamientos - No te preocupes, si no lo hacen... yo... ya veré que hacer... te aseguro que hare que sobrevivan.

-Si...

Hades se dio cuenta de su cambio de ánimo y se recrimino mentalmente. La musa parecía ser una mujer voluble con tendencia a la tristeza... debía ir con cuidado.

-Tengo una idea. – soltó en un esfuerzo de animarla. – Yo mismo plantare las flores, ¿te parece? Y si mueren... pues... será de esperarse. En cambio si viven... será una grata sorpresa para ambos.

Mel sonrió. Hades amaba tanto a Perséfone que había decidido participar en su obsequio.

Así que a la mañana siguiente se encontraban Hades, Mel, Momo y Filie con las manos enterregadas y la ropa llena de polvo. Cuando las flores estuvieron en sus lugares Mel le encargo a Hades poner un columpio de un gran árbol que estaba ahí, seco, por supuesto, pero una vez que ella terminara con el lugar, luciría hermoso, eso prometió.

-Fillie, ¿crees que tu hermana pueda venir de nuevo?

-¿Mi hermana?

-Éter... estaba pensando que podría dejar algunos aros de luz por aquí...

Se volvió al escuchar las carcajadas de Momo y las risas contenidas de Hades.

-Mel... Éter es varón. – confeso Fillie.

-Oh... - Mel se cubrió la boca al darse cuenta de su equivocación, menos mal que no le había dicho eso a Éter en su cara.

Cierto era que era muy, femenino. Llevaba túnica y el cabello dorado le llegaba hasta la barbilla, tenia rasgos finos y su voz era baja y melodiosa. Mel sintió sus mejillas arder.

-Descuida, es un error común... - soltó Fillie.

-Soy tan tonta, lo lamento tanto. – se disculpo Mel cubriendo su rostro con sus manos.

-No, descuida, iré por él. – Dijo Fillie – Basta Momo, ven conmigo.

Mel se sentó en una enorme piedra aun abochornada.

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora