Te elegí a ti

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Melpomene asintió, entendiendo todo. Lagrimas comenzaron a inundar sus ojos.

-Yo... necesito... - se levanto con la ayuda de Filie – necesito estar sola un momento...

-Mel... ¿Qué ocurre? – pregunto Filie.

-Quiero... necesito... - comenzó a caminar – debo pensar, solo será un momento.

Filie asintió y Mel camino lejos de ellos hacia un enorme árbol seco y tenebroso que se encontraba en aquel lugar. Se sentó en sus raíces y aun consternada.

¿Has hecho algún... pacto... con algún dios? Está roto... tu promesa debe haberse cumplido.

Mel lloraba y temblaba, totalmente destrozada.

Se había cumplido, el pacto estaba roto. Perséfone amaba a Hades y ahí terminaba todo. Ella debía volver con Apolo, con sus hermanas, a su vida de antes... Esto era la que quería... por esto había hecho todas esas cosas... había ganado, le había ganado a Hades en su propio juego, ¿Por qué dolía tanto la victoria?

-Lo amo... - soltó las palabras y se prometió jamás volver a pronunciarlas en voz alta de nuevo.

Sabía que la oscuridad se cerniría sobre ella de nuevo. De nuevo, habría noches de llanto y pozos sin fondo entre los cuales navegaría sin destino.

Que tonta había sido. Ella sabía que el amor no era para ella, que había nacido... para sufrir... esto era ella, la musa del drama y siempre se había enorgullecido de ello, ahora... eso se sentía como una pesada carga.

¡Maldición! Maldición, como dolía.

Se levanto y camino sin pensarlo hasta la entrada del laberinto. Era hermoso, estaba hecho de enredaderas espinosas, había estatuas horribles llenas de agonía, pensó que ahora mismo ella sería una buena adquisición para aquel lugar, su dolor era tanto que comenzaba a hacerse físico. Su pecho dolía.

Camino por un tiempo hasta que no pudo mas, se sentó en una esquina, abrazo sus rodillas y lloro tan amargamente como su corazón exigía.

-Thanatos... no veo a Mel. – Soltó Filie.

-Tal vez está del otro lado del árbol.

-No... no está... no la veo. ¿Crees que volvió al templo? Estoy preocupada, se veía muy mal. Tal vez entro al laberinto...

Thanatos entonces levanto la mirada del can.

-¿Qué?

-Estaba justo ahí, frente a la entrada... supongo que...

-¡No!

-¿Qué sucede?

Thanatos no era un dios que mostrara emociones, si a esto agregamos que muy pocas veces siente algo, podríamos decir que la preocupación de Filie ante la mirada de Thanatos era acertada.

-Thanatos ¿qué sucede?

-Debo ir por Hades...

El dios de pronto levanto sus enormes alas que hasta ahora habían colgado a su espalda como si se tratara de una negra capa, y se dirigió lo más rápido que pudo hasta el templo del rey.

Hades aun no encontraba las palabras para refutar lo que Perséfone le había dicho. Peor aún, el lazo estaba hecho. Cuando había tomado a Perséfone por esposa sus almas se habían unido, esto habría sido posible de anular si el matrimonio era incapaz de amarse, pero si uno de ellos amaba al otro, así como en un principio Hades amaba a Perséfone, el lazo seguiría intacto, irrompible. Si Perséfone lo amaba, no podía dejarla.

Thanatos entro por la enorme puerta con una mirada extraña.

Hades se levanto de inmediato y se apresuro hasta él.

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora