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Mel al fin respiro con tranquilidad cuando Apolo traspaso la puerta con Daria entre sus brazos. Ella estaba inconsciente y tan delgada como un papiro. Pálida y sucia, pero en casa.

Las musas la lavaron y la recostaron en su cama. Lastimosamente la noche estaba terminando. Mel había aprovechado cada segundo para inspirar hasta casi desfallecer. Al fin, en cuanto Apolo se marcho Hades apareció.

-Ya es un nuevo día. – soltó tras ella. Lucia pálido y demacrado.

-¡Hades! – no pudo evitar abrazarlo.

-Debemos irnos.

-Solo... permíteme despedirme...

Se volvió a sus hermanas quienes miraban a Hades con odio. Les sonrió para tranquilizarlas.

-Volveré pronto... o... en cuanto pueda. – miro a Hades por el rabillo del ojo, tenía la mandíbula tensa. – Estaré bien. Las amo... díganle a Daria... que también la amo.

No hubo tiempo de abrazar a sus hermanas ni de que ellas hablaran porque Hades la tomo por la cintura y el agujero negro se los trago.

Mel se sujeto a él cuando volvió a pisar el suelo.

-Odio... odio... viajar así.

Hades no respondió. Una vez que se tranquilizo él salió de la habitación dejándola sola.

Lo primero que hizo habiendo erradicado las ganas de volver su estomago fue visitar el templo de Filie y sus hermanos.

Filie la abrazo durante un largo rato. Momo se les unió cuando las vio.

-¿Por qué no nos dijiste que te ibas? – reprocho Filie.

-Lo lamento, fue algo inesperado... necesitaba inspirar... y... pensar.

-¿No sería que discutiste con Hades, cierto? Porque ha estado insoportable desde que te fuiste. No se le puede ni mirar. – soltó Momo. – Pregunte por ti el otro día y casi me arranca la cabeza. Por un momento creí que me enviaría al tártaro.

-Lo lamento tanto... pero... les prometo que no me iré durante un tiempo... ¿Cómo... como esta Perséfone?

-¿Perséfone? – pregunto Filie sorprendida de que Mel se preocupara por ella.

-No nos fijamos e ella. – soltó Momo con sinceridad. –Aunque... el otro día vino Adonis... el pobre, pobre Adonis.

-¿Qué sucedió?

-Al parecer el pobre murió. Y ahora es inmortal.

-¿Por qué eso sería malo? – pregunto Mel al ver sus caras llenas de tristeza.

-No lo sabe – soltó Momo a Filie. Ella solo frunció los labios.

-¿Qué sucede con Adonis? Es... el amante favorito de Afrodita ¿no es cierto?

-Cierto. Pero no solo es el amante favorito de Afrodita... también lo es de nuestra reina.

-¿Qué? – soltó Mel.

-Te contare – comenzó Momo – pero no quiero que pienses mal de mí, no es que a mí me guste el cotilleo... es solo que... me compadezco de tu ignorancia.

Mel asintió. Filie parecía triste.

-Resulta que hace algún tiempo... Afrodita vino aquí, nuestra amada reina apenas había llegado hacia unos años... era si puedo decirlo incluso peor entonces. El caso es que Afrodita traía una caja entre sus manos, que le pidió a Perséfone que guardara. Pero le dijo que no la abriera...

-Pero la abrió – soltó Mel.

-¡Así es! Adivina lo que había adentro.

Mel sintió la boca seca.

Una musa para el dios del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora