42 [ La última historia ]

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Pudo haber sido su apariencia tan prolija. O su perfecta dentadura. O sus ojos rebosantes. ¿Su pelo peinado, quizá? Lo que fuese, me desconcertó. Y me atrajo profundamente a lo que significó un abrazo de reencuentro; tapándolo en amorosas manos, acunándolo como a un niño.

                     
                     
                     

—¡K-kookie! —regañé sin aliento, desconcertado y todavía en las nubes, en Babia— Vo-volviste... —no me separé. Jamás me volvería a separar de su cuerpo. Eso pretendía, eso buscaba, eso afanaba desde lo más puro de mi corazón. Estar siempre así, siempre juntos—. Estás tan grande, eres todo un hombrecito —sonreí divertido, llorando en medio de vagas apreciaciones y recorriendo toda su carita con la punta de mis dedos. Los agujeros que tenía en sus oídos habían cerrado. ¿Ya no usaba aretes? No, no lo hacía. Su cuerpo relevado proporcionalmente..., y envuelto en un traje de marca. Un traje ejecutivo. ¿Estaba trabajando? ¿Ya tenía su título? Estaba enorme, santa mierda. ¿Realmente habían sido cinco años y no más? Él debería seguir en la universidad, ¿correcto? ¿Entonces..., por qué vestía con tal seriedad? Justo como Namjoon antes de ir a la compañía. Ello me hacía sentir un poco inseguro. ¿Qué tal si había decidido, con el tiempo, que ya no le gustaban los omegas analfabetas? Yo seguía siendo un ridículo niño a comparación de él. Porque mientras el mundo maduraba, mientras mi cuerpo cambiaba, mi mentalidad jamás dejaba de ser la misma. Nunca.

                     
                     
                     

Yo seguía siendo el mismo mocoso que creía en cuentos de hadas, el mismo que se sentía feliz de sólo pensar en su alfa y el mismo que anhelaba encontrar a este último antes de hacerlo jurar su amor por nuestras crías. Seguía tiritando por las noches, recordando a papá y mamá, llorando su regreso y pensando en lo distinta que sería mi vida si yo no hubiera sido un completo idiota bajo los pies mi tío. ¿Nos habríamos encontrado de otra manera?, ¿le gustaría en la forma que profesó hacerlo años atrás? No lo sabía con exactitud y no podía dejarme llevar por especulaciones, pero esperaba, que ya siendo él mi pareja biológica, también lo fuera en alma. En cuerpo y alma. Yo su omega y él mi alfa, como debía ser.

                     
                     
                     

—T-Tae —llamó dulcemente, temblando al decir mi nombre. Tomó mi rostro en sus manos y me inspeccionó, resguardando cada poro de mi piel. Su vocecita..., ya no era tersa. Era más fuerte, más profunda y quebrada. Ya no era mi adolescente preferido. Ahora era un jovenzuelo. Y sus ojos no derrochaban tristeza ni hiperactividad como en aquellos tiempos..., ahora era vitalidad, serenidad y gozo. Un regocijo bien apaciguado y apegado a las normas de lo considerado en equilibrio—. Tú eres Tae —murmuró avergonzado. Asentí, confundido pero no menos feliz. ¿No sabía qué decir? ¿Tanto así era lo que causaba nuestro encuentro, en él? Yo tampoco sabía qué decir. Mi lengua se trababa y mi cabeza no pensaba en ideas, ni en preguntas, ni en: ''¿cómo estás, cómo la pasaste allá?''. Sólo quería que me tomara en brazos y que me llevara al fin del mundo..., a nuestros hijos y a mí.

                                     

                       

—Lo soy, tonto. Claro que lo soy. ¡Y te he extrañado, Dios sabrá cuánto lo he hecho! Te quiero, te quiero tanto, mi Kookie. Sé que no terminamos de la mejor forma pe-pero —gangoso, húmedo, caliente de conmoción, lo empujé contra mis labios. Un casto beso, inocente. Rozando la intimidad, casi nada; la nada misma, pero significativo. Tanto que podría atesorar siempre sus malditos labios. Sus maldecidos y hechizados belfos. Míos— quiero hacerte saber que estoy dispuesto a enmendar todos los errores, todo lo que hice mal. Mi pequeño bebé, mi conejito —juré, acariciando sus pestañas, notorias ante un rímel poco acentuado. Lucía precioso, lucía como una muñeca de porcelana. Mi muñeco, mi precioso príncipe—. A-así que por favor permíteme arreglarl-

La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora