32. [ Delgadez de mente ] - ❛

36 8 1
                                    



¿Libertad?

Ni en mis mejores putos sueños.

Si mis hermanos estaban en el infierno, estaré deseoso de acompañarlos hasta la eternidad.

—No —masculló, deteniéndome y tomándome bruscamente por los hombros. Gemí adolorido. Coño, qué hombre más bruto—. No me hables de esa forma. Y no vuelvas a decir una cosa así en tu vida, ¿me oíste?

—¿Por qué? —Amaba tentar al diablo.

—Porque yo- —y no pudo contestar cuando golpeó el muro tras mío. Esa era su respuesta a mis estupideces momentáneas. Sus ojos no plasmaron dolor en lo absoluto, pese a que yo estaba seguro de que se había roto la condenada mano. Sangraba muchísimo y..., oh, mierda, ¿tenía los nudillos sueltos?— no soporto ver a mi omega diciendo eso.

Impasible, detuve su palma entre las mías y, sin tapujos, hablé—: No te mientas, colega. Tu verdadero omega está esperándote en casa. Ve a abrirle ese bonito culo que se carga —le guiñé un ojo.

Pronto, casi en reacción, sentí sus manotas en mi cintura y cómo me introducía en un callejón con la rabia a flor de piel. Me tomó en brazos y enrollé mis piernas en su cintura por puro instinto—. ¿Qué? ¿Ahora te pone celoso que diga cuán buenísimo está tu novio? Porque lo está. Me calienta y no me molestaría usar mi-pene de omega en su trasero. —Y odioso, tan molesto como podría ponerse Kim Nam Joon, me besó. Hundió su húmeda lengua en mi boca y me restregó su monstruosa entrepierna. Divertido; jadeé sobre sus labios, jugueteando con su cabello y sonriendo en medio del beso— Esto cuenta como infidelidad, ¿sabe-

—Cállate. Por el amor que no le tengo a Dios, cállate. Él ya no está. Busqué en su expendiente y lo fui a dejar con sus padres. Se escapó por un deseo estúpido de adolescente promedio. Como si follando se les solucionaran todos estos putos problemas —gruñó en mis labios. Y yo, sorprendido, me alejé. Relamí mi comisura, inquieto—, odio a la juventud. Y te odio más a ti.

¿Q-qué?

¿Lo dejó?

¿Lo fue a dejar? ¿Lo botó?

¿Ya no más mocoso impertinente? ¿Ya no más de su prostituta celópata?

—Te lo dije. Sólo te deseo a ti. Sólo necesito tu cuerpo. Así que déjame joderte hasta que esta rabia que me traes con tu existencia se calme —pidió frívolo, demandante como Namjoon.

Mi Namjoon.

Me ruboricé, todavía anonadado—. ¿Es en serio? Tú..., dejaste al omega y-

—...y al parecer eso te emociona mucho —susurró divertido, sonriendo por primera vez y haciendo destacar su hoyuelo. Su precioso hoyuelo. Hundiría mis besos en él—. Es la primera vez que tus ojos brillan tanto —musitó, fisgoneando y sacándome otro sonrojo. Tiré del cuello de su saco, sin pensar en el efecto; y lo besé lentamente, profundo.

¿A esto se le llamaba vivir rodeado de colores? Sin oscuridad. Porque si hay luz, también hay oscuridad. Ahora, no obstante, estaba todo tintado. En distintos tonos, en miles de colores teñidos sobre el absorto cielo de las oportunidades. Difuminando, tomando, viviendo, enseñando. La iluminación perfecta. Frente a mí, pintando lo que nunca debió haber estado siquiera tachado de negro en un inicio, desde un principio. Una equivocación. Porque todo tomaba real apariencia ante mí. ¿Cuál era la importancia en esto? En que había una fuerza sobrehumana buscando emparejarme con el sujeto frente a mis ojos.

—T-tu casa..., te dejaré hacérmelo pero antes necesito una colcha blanda —bisbiseé consecuente, avergonzado. Sin dudar. Sin pensar en más vanidades. Sin asimilar la significativa del vaivén que azotaba y contrariaba en alguna esquina de mi mente. Porque esto no debía ser. Porque yo no tenía que darle vuelo. No debía hacerlo o algo malo ocurriría. No debía hacerlo siendo consciente de lo malo que todo podría resultar.

La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora