{ Y o n o q u i e r o s e r r e c u e r d o, a l f a . }
La razón por la que no se nos estaba permitido estar juntos -cortesía del destino- era bastante sencilla. Él había nacido en una cuna de diamantes. Su baño relucía en piedrillas preciosas y los lavabos de oro lo engullían a montones. Desde el momento en que se hizo apreciación a su venida a este mundo, su futuro estuvo escrito sin permiso a borrones ni mucho menos cuenta nueva. Él no podía reiniciar el juego e, hiciera lo que hiciera, siempre volvería al mismo punto de partida. Estaba amarrado. Era un títere que sus familiares controlaban a diestra y siniestra.
No obstante, sus padres; afamados abogados de envidiable reputación en el sistema judicial, nunca previeron que su hijo llegaría a ser pirómano y que danzaría de mano con la muerte. Él veía todo con demasiada espontaneidad y excesivo aburrimiento; contradictorio al principio, pero bastante sencillo de comprender al final. Sus valores estaban odiosamente distorsionados y tenía un grave problema del ego. Cualquiera que fuese a burlarse de su posición como beta, terminaría terriblemente mal parado.
Yo fui uno de los pocos a los que respetó. En un inicio sus palabras fueron toscas, quizá vacías de empatía. El tiempo, sin embargo, hizo de las suyas para convertirnos en buenos amigos. De tal modo que, cuando él cumplió catorce años y yo venía cruzando los veinte, fue innegable la exuberante atracción que comenzamos a sentir el uno por el otro. Él era mi niño y yo sabía que para él mi existencia significaba ser el padre que quizá nunca tuvo.
Nos atrajimos de una forma excesivamente pura. A pesar de las circunstancias, a pesar de que yo era un omega maltratado que se ganaba la mala vida en un burdel de prostitutas y, a pesar de que él era un adolescente con una mente demasiado agravada para saber la diferencia entre lo que estaba bien y mal; aprendimos a querernos. Bajo las luces, en los camerinos que siempre utilizaba para tapar las imperfecciones..., volvimos aquello nuestro santuario, algo sanamente insano. Él se acercó a nosotros. Nos transformamos en una familia. La familia de los adefesios o alguna mierda similar, pero lo importante fue vernos a todos conviviendo dulcemente. Mis colegas adoraban a Jungkook.
Y yo lo adoraba a él.
Agarramos dos vidas del pescuezo, las arrullamos con interesante brutalidad y, de un momento a otro, terminamos convirtiéndolas en esperanzas. Le dimos un sentido a ambas existencias, que unidas crearon el todo de un dúo dinámico.
Nos amamos tan profundamente que nuestros cuerpos nunca necesitaron tocarse. Él adelantaba mi celo con un solo roce. Con una fría mirada me tenía de rodillas, agachado en suplicios y deslumbramientos. Su mirada transmitía seguridad, liderazgo. Él se respiraba... ¡no como las bestias sexuales que acechaban cada día allí afuera!, sino como alguna clase de Dios demasiado honorable para satisfacerse sólo de placer. Él necesitaba más, mucho más que eso. Se veía, se escuchaba y se sentía como un alfa, alfa de otro mundo, que debió haber nacido en otro maldito planeta. Pero siempre fue un beta. Y mi interior, mis entrañas; cuando mi corazón lo sintió aproximarse tambaleante hacia nosotros, gritó. Palpó como nunca. Me sentí flaquear, a punto de ser llevado por un paro cardíaco. ''¡Es él! Es él'' eso es lo que exclamó. Él era mi alfa sin tener que serlo. Lo sabía, podía sentir el crujir de mis huesos con su presencia. Todo en mí tiritaba descolocado. Ningún hombre me removería tanto el corazón como aquellos atardeceres en que los hizo ese beta.
Y lo aprecié.
Pero también lo ignoré.
Porque seguía tratándose de un inalcanzable.
Y yo seguía siendo el mismo chiquillo desvergonzado que mostraba su intimidad a viejos verdes para ganarse patéticamente la vida. Él era un ángel. ¿Yo? Yo sólo era el diablo expulsado del Edén. El diablo que, demasiado manchado, no estaba apto para ofrecerle trapos usados a su ángel favorito.
Su futuro estaba escrito. No iba a arruinar sus riquezas ni sus éxitos por mi egoísmo.
A pesar de que lo amara.
Y a pesar de que él me amara también.
Aprecien a la creadora de la portada, Mel os agradezco muchísimo por tomarte el tiempo, te adoro (*´ω`*), y bueno también estoy agradecidx porque mi crush sean tan buena persona y me dejara adaptar su obra e arte, a mí me encanta, espero que a ustedes les guste :'3.
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La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)
FanfictionAdaptación de @ew_dams Es realmente hermoso ✧◝(⁰▿⁰)◜✧ Jeon Jung Kook tiene doce años cuando conoce a Kim Taehyung, que a su vez cuenta con diecisiete. Las circunstancias en las que se relacionan no son favorables. Jeongguk se encuentra en la penit...