- 021. [ Atrapar ]

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—Tae esto no es un juego-


—Y n-no puedo evitarlo —continué mientras lo ignoraba—. Estoy mal. Jodidamente mal con él. Pero es. Él es mi pareja. Lo supe desde el momento en que lo olí.




—Dios... Jungkook ni siquiera ha confirmado ser un alfa —trató de hacerme ver, tomando mis hombros y sacándome un quejido por la puntada baja. Sonreí entristecido—. Sabes que nosotros bromeamos con eso pero él mismo da por hecho que es un beta —sollozó desesperado. Y yo lo entendí. Porque esto no podía ser. No podía arruinarle la vida a Jungkook así. Cuando se presentara..., si sabía que yo era su pareja desearía darse por muerto. ¿Qué alfa amaría a un chico tocado por las mil manos?




—¡Pero no lo es! Es un alfa, es un alfa tardío o con malformación genética pero de que lo es, ¡lo es!



—¿Y qué harás? Tienes que velar por su futuro —asombrado, se relamió antes de sujetar mis manos—. No deberás ser ni mínimamente egoísta..., piensa en que es un niño pequeño-



—Lo sé —dije resignado, apretando los labios.



Jungkook sólo era un adulto cuando le convenía, ¿verdad?



—¿Nunca has pensado en buscar algo y dejarlo para ti? —preguntó cuando salí del cuarto. Jin ya se había ido y tuve una hora de descanso antes de renovar tiempos. Sin embargo, frente a mí se hallaba Chen, apoyado en la pared y masticando chicle. Deseé pasar de largo pensando en que esta sería una de sus mil bromas, pero me detuvo por el brazo. Conformista pero no menos tenso, me mantuve en mi lugar.



—Chen —respondí tranquilamente. No estaba para juegos. Mi vientre escocía y al mínimo roce de su parte conseguiría un pase directo a la clínica estatal.



—Deberías —recomendó, aparentemente dócil. Extraño—. Consigues más cosas así; siendo egoísta —rememoró a modo de solución, soltando una hilera de dientes que me hizo sonreír inconscientemente—. Antes no tenías ninguna razón para escaparte de aquí, ¿cierto? Aunque sufrieras, nada te alentaba al cambio. Ahora tienes una razón. Puedes cambiarlo con sólo chasquear los dedos —imitó un movimiento de manos y traté de copiarlo, fallando miserablemente.




—Lo dice el chico que me folló por culpa de su narcisismo —contesté a los segundos de pensativo cuestionamiento. ¿Qué buscaba? ¿Cuál era su objetivo y su efecto a largo plazo? Corregir las actitudes de Chen nunca habían sido mi fuente. Cualquier que le siguiera el ritmo saldría malditamente mal parado. Él era la clase de persona manipuladora que te atraería y te dejaría caer desde la otra punta del cielo.




—Lo hice por tu bien y lo sabes —infló el plástico al aire. Hice una mueca imperturbable—. Nadie quiere que te desprendas por él.



No lo haré —rectifiqué fiel a mis principios. ¿Cuánto duraría mi suposición? ¿Cuánto pasaría antes de que me rindiese frente a Jungkook? Porque no sabía cuánto aguantaría mi amor por él. No sabía si rompería a la primera o simplemente se mantendría impermutable. No tenía idea de nada. Pero había algo que me dolía. Y era el romanticismo de no saberme alabado por besos, abrazos e infinita seguridad. El cliché regular que apagaría la llama del viento, de la brisa del fuego. La mantención de algo erróneo que jamás llegaría a más. Eso era lo que de verdad me dolía, lo que me jalaba en mis sueños y procuraba en mis corridas. En cada mísera sustentación de pensamientos.





La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora