- 016. [ Prométeme eternamente ]

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Y callé. En rotundo silencio cuando me retuvo infantilmente. Su burlona palma acariciando por sobre mi vestimenta. Restriego accidental. Su mano sobre mi protuberancia escondida. Demás está decir que me congelé. ¿Eso había sido propósito o eran sólo ideas mías? ¿Por qué mierda estaba apretando mi más gran zona sensible?








¿Te he dado permiso para irte? —preguntó tranquilamente. Débil y lloroso, apoyé mi rostro en su cuello. Su voz había sonado tan dulce, tan tierna y tan jodidamente fuerte al mismo tiempo. ¿Nuevamente era su voz alfa? Lo dudaba. Porque me hacía sentir tan cómodo, tan hambriento, tan especial. Pero seguía siendo mandón, seguía siendo malditamente él. Un niño caprichoso que jugaba a los muñecos a su jodido gusto— Todavía es temprano —prometió candoroso, jalándome contra sí. Y gemí silenciosamente, mientras escuchaba su bragueta ser bajada paulatinamente. Su polla siendo liberada y mis pantalones bajándose con algo de trabajo. Casi los rompe, santa mierda. ¿Desde cuándo se había vuelto tan atrevido? Incluso teniendo esos instintos sexuales él no podría simplemente dejarse llevar por ellos. Jungkook no era esa clase de chico—. Ahora vas a callarte si no quieres meternos en problemas —masculló calmo, mordiendo mi cuello con suavidad y depositando un beso en mi mentón antes de restregar su falo contra el mío. Sofocado de sorpresa y placer, me encorvé hacia atrás y sentí mi vista nublarse en cuanto al techo. Me sonrojé por la pena y todo se tornó peor a medida que nuestro líquido se juntaba a cada simulación de embestida. Su virilidad chocando con la mía, resbalándose con más facilidad. Su destacada entrepierna remetiendo frente a la mía. Y el jugo de mi trasero no se quedaba a la cola, puesto que ya se estaba esparciendo en toda su frazada. Estaba manchando su cama con mi aroma. Con mi lubricación natural. Y eso no hacía más que excitarme más. Sabía que un poco de mi esencia sería más que suficiente para marcar por más de una semana el cuarto de Kookie. Eso a menos de que lo limpiase continuamente, lo cual comenzaba a dudar que hiciese a razón de su lujurioso rostro puesto en mí.










Sus manos traviesas lo admitían. Admitían cuánto deseaba tenerme para él, ¿verdad?









—¡N-no..., te-tengo que ir a casa, Kook! P-por favor no sigas —supliqué entre asustado y estimulado. Lo estaba ensuciando. Y me sentía bien. Me estaba haciendo sentir bien, como nunca antes había estado en la vida. Sólo con masturbarme.








Me preguntaba, entonces, ¿cómo sería su piel en mi piel? El sexo oficial, el coito inevitable. Pensar en ello sólo me hacía estar más cerca. Porque con un par de roces ya me hallaba en el cielo, hecho un desastre de gemidos guturales y casi saltando para buscar su atención. E ignorando lo que mis labios decían y lo que mi mente pensaba, agarré su pene sólo para dejarlo restregarse entre mis glúteos. Manchándolo de mi esencia y haciéndole conocer de vista mi entrada, la que podría ser sólo suya si así lo quisiese—. O-oh, ¡m-mierda! —chillé. Noté sus traviesos ojos posarse en los míos a medida que me acariciaba a mi mismo. Y él hizo lo mismo, buscando mi placer antes que el suyo. Incluso aunque friccionarse nunca fuese suficiente, ahí estaba. Actuando para mí, escuadriñándome a mí. Apretando mi rosado glande y acariciando mi vientre con dulzura. Él no estaba siendo un alfa inconsciente en busca de su propio placer. Estaba compartiendo una experiencia sexual que debía tomar como personal. Estaba siendo considerado respecto a mí, como si temiera lastimarme pese a que yo fuese el mayor y -no sólo eso- sino que mi trabajo indicaba todavía más cuál era su posición y cuál era la mía. Entonces, ¿por qué era tan poco egoísta? ¿Por qué no me lastimaba ni me tiraba contra la cama antes de enterrarse en mí? ¿Por qué me tomaba como al ser más delicado del mundo?







Alfa idiota. ¿Por qué no aprovechaba mi debilidad frente a esta clase de circunstancias? ¡Era un adolescente! ¡¿Cuándo han sido los adolescentes, siquiera conscientes?!







La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora