49.[ Incorrecto ]

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—No puedes dejarnos solos, Chen.

                     
                     
                     

Apreté mi labio posterior hasta que la recubierta quebró. El sabor metálico no se hizo esperar y, mi interés por compartir la conversación que mantenían mis compañeros, tampoco.

                     
                     
                     

—No va a ser el fin del mundo. Ya deja tu inmadurez de lado y permíteme salir.

                     
                     
                     

—¡No! No lo haré. Te quedarás aquí, conmigo.

                     
                     
                     

—¿Desde cuándo tanta preocupación? Por una maldita mierda, que ya no quiero seguir trabajando aquí.

                     
                     
                     

—Dijiste que siempre estarías para mí. —El gangoso tono de voz de Xiumin me desconcertó. Él, precisamente él, era quien más peleas llevaba con Chen. Y era de esperarse, después de todo, eran absolutamente distintos entre sí. Mientras uno era familiar y cariñoso (aunque muy conservador, también) el otro era en extremo callado y petulante (libertador, sin embargo). Todo aquello había quedado más que demostrado en la ocasión de: ''actividad sexual de la vida diaria en cada quien''. Después de todo, Minmin había crecido en el seno de una familia ahondada en conservadurismo. Chen, por un lado totalmente opuesto, fue criado por una mujer bondadosa que siempre vio el mejor mostrar de cada quien—.  ¿Acaso me mentiste? —y nuevamente se oyó ese titilar de desconcierto, de preocupación recatada, de inconsciencia formulada. Porque si había algo en lo que el regordete nalgón era excelente, era manipulando.

                     
                     
                     

—Y tú me dijiste que ya no volverías a caer por ese imbécil, ¿acaso me mentiste? —repitió su acompañante, cómo no, burlón. El tono de voz que usó fue uno irónicamente dolido. Quizá era de entender. Chen nunca se enojaba por nada. Siempre habría una razón de por medio y esta vez -esperaba- que no fuera la excepción. Además, era fácil deducir que Xiumin le había herido. Mas al enterarme que era su pareja por naturaleza. Chen, que nunca se dejaba llevar por banalidades del universo, estuvo esforzándose el último tiempo por recibir la merecida atención de su omega. ¿Un beta híbrido de omega, con otro omega? Era estúpido. Era idiota, lo vieras por donde lo vieras. Y nadie lo aceptaría. Al contrario, aquello podría tomarse como una horrible explosión de anarquismo que buscaba ser censurado. Pero ahí irían ellos, dos locos que escapaban del margen social, naciendo con la finalidad de ir en contra de lo establecido. Un error del mundo o simplemente una broma del destino.

                                     

                       

En las manadas, nunca, ¡jamás!, podría ocurrir algo tan serio como dos castas del mismo equipamiento. Más tratándose de omegas, ¡más cuando lo eran! Si fueran alfas..., tal vez. Pero no. Ahí estaba la intolerante clase baja, desatornillándose en un amor que jamás podría consumarse porque no se podía, simplemente no. Dos personajes que habrían nacido para procrear no tenían otra razón de ser. Sólo agachar la cabeza, escuchar a los altos mandos e ignorarse mutuamente. Una historia entre seres frágiles, que peligraban y constantemente amenazados..., morirían al segundo día de admitir a viva voz que tenían algo. Los alfas, los más orgullosos, no lo aprobarían tan fácilmente. No cuando los omegas eran tan escasos y tenían un celo capaz de satisfacer a distintos alfas diariamente.

La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora