- 009. [ Pasar factura ]

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¿Jeon? Qué sorpresa, bro. ¿Qué haces aquí?




Antes de que pudiera responderme, antes de que pudiera hacerme ver su visión al respecto. Apartó su mirada de la mía, helado. Su boca se entreabrió y cuando cortamos lazo visual supe que un lado de mí se había decepcionado.



Quería escucharlo.



Quería ver su madurez.




¿¡Quiénes son estos tipos y por qué interrumpieron mi charla con el conejo!?



—Eh, chicos. Tanto tiempo —tosió falsamente. Aprecié entonces a los personajes frente a nosotros y enarqué una ceja. Estos niños no parecían la clase de personas con las que se juntaría mi ratoncito. ¿Acaso eran esos imbéciles que lo trataban mal? Sus rostros no eran nada amables, ¡nada! Y sus ropajes eran lo único envidiable en ellos.


—Wow, qué sorpresa verte con compañía. Más si se trata de un omega, puedo decir —sonrió el rubio, inclinándose para tomar mi mano y darle un corto beso. Los chicos a su lado sólo se rieron por la gracia de sus acciones. Pero a mí no me dio risa y creo que a Kookie tampoco—. ¿Qué haría alguien de fragancia tan exquisita con un beta? —despectivo, observó a mi acompañante. Este sólo lo retaba con la mirada, sin saber qué decir o hacer. Estaba en trance. Mi conejito estaba temeroso y eso me ponía tremendamente mal, casi en una situación de alto riesgo— Es decir, la gracia de Jungkook es nula. No puede satisfacerte en la forma que uno de nosotros haría —se señaló antes de indicar a sus amigos, que lucían entretenidos escuchando todo. Imbéciles, ¿acaso les comió la lengua el gato?

—¿Qué tal si te invitamos un café? También puedo pagar el hotel, así que no tengas problema con ello —un mocoso de pelo azul se adelantó, sonriéndome coqueto y siendo golpeado en breve por el blondo. No entendía cuál era su punto. ¿Cómo podían ser tan descarados siendo tan pequeños? Tendrían unos dieciséis. ¡No les daba más! Y lo peor era que veía en ellos el sexismo. La apreciación de dominante o poder por encima de las castas más ''débiles'', porque de débiles no teníamos nada.

—Y el hotel será de calidad, junto con el restaurante. Porque si estás aquí con el jardín de niños, no llegarán a nada —se burló el tercero.



No te preocupes. El hotel me lo pagan todos los días.




Eso quise decir. Pero no pude. Porque sabía que estaría poniendo en una fea posición a Kookie. Se mofarían aun más de saber que se hallaba con una prostituta.




—Voy a tener que rechazar la oferta, sin embargo —sonreí educadamente, inclinando la cabeza en forma de respeto. Estaba fuera de mis asuntos laborales. Fuera de la casona y, por tanto, fuera del acoso constante. ¿Entonces por qué debería pasar por esta situación cuando sólo intentaba familiarizarme con el chiquillo más precioso en el mundo entero? La vida no era justa en ninguna medida—. Estoy teniendo una cita con mi beta —señalé a Jungkook. Casi me sonrojo por lo que yo mismo había dicho, casi—. Así que agradecería si nos dejaran solos. Estaba hablándome de algo sumamente importante antes de que llegaran —argumenté, volteando la mirada a Kookie y sonriéndole cálidamente. Se quedó de piedra y fue mayor su sorpresa cuando acaricié su mano, lenta y sensualmente. ''Que se lo crean y se vayan, que se lo crean y se vayan'' supliqué entre sollozos internos.

¿Estás loco? ¿Piensas rechazar la oportunidad de estar con un verdadero alfa y pasarlo con un tipo que rechaza su propio segundo género? —interrogó el peliazul, mirándome con odio paulatino y casi empujando al rubio por la insolencia que yo mismo provoqué. Ajá, ese era precisamente el problema de rechazar a los alfas. Se toman todo a pecho, como si el mundo girase en torno a ellos y no soportasen que una ''máquina sexual'' los rechazara en ese ámbito— Realmente te tienes fe, omega sucio y guarro—sonrió cruelmente. O al menos eso intentó parecer. Quería decirle que, técnicamente hablando, sí era un guarro. En el feo sentido de la palabra, claro está. Mis noches se basaban en sexo, ¿así que qué importaría? Era una realidad a la que me había acostumbrado. Pero, como dije, nuevamente estaba pensando en el shockeado Kookie. Seguía en su propia ensoñación y pensé en lo patético, cobarde y jodidamente tierno que era. Las agallas lo tomaban desprevenido, sin lugar a dudas.

La resiliencia de mí amor -KooKv-(Ad.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora